Ciudadanos es un partido que ha pasado a gozar de una gran
visibilidad mediática a partir de su rápido crecimiento no solo en
Catalunya, sino también en el resto de España, como consecuencia de su
clara hostilidad hacia los partidos secesionistas catalanes liderados
por el PDeCAT, del cual el ex presidente Puigdemont es su máxima
autoridad.
La máxima tensión se presenta en los medios en la
confrontación entre Ciudadanos, por un lado, gran defensor de la unidad
de la Patria Española, y el PDeCAT, que hegemoniza el bloque
secesionista, por el otro. Este supuesto conflicto entre banderas (la
estelada por un lado, y la borbónica por el otro) oculta, sin embargo,
un hecho que apenas ha sido noticia: en materia de políticas económicas
ambos partidos aplican recetas casi idénticas.
Ciudadanos y el PDeCAT
pertenecen a la misma familia política, la familia europea liberal. Es,
pues, lógico y predecible que, como hace cualquier partido liberal,
Ciudadanos (y también el PDeCAT) hayan estado aplicando las mismas
políticas económicas y sociales favorables al mundo empresarial que
caracterizan a esta tradición política.
En realidad, todos los partidos
liberales existentes en Europa fueron establecidos y/o apoyados por el
mundo empresarial a fin de defender sus intereses. Y Ciudadanos es un
claro ejemplo de ello. Tal partido fue promocionado por la estructura de
poder financiero, económico y político español como respuesta al
surgimiento de Podemos y sus confluencias, surgimiento que por el
carácter contestatario de tales partidos alarmó al poder empresarial del
país.
Como bien dijo uno de los mayores banqueros del país, el Sr.
Josep Oliu, presidente del Banco de Sabadell, era necesario crear “una especie de Podemos de derechas”.
Y así fue como se impulsó a Ciudadanos, que predeciblemente ha contado
con un enorme apoyo y visibilidad mediática, resultado de la enorme (y
antidemocrática) influencia del mundo empresarial (y muy en particular
del mundo financiero) sobre los mayores medios de información y
persuasión del país.
Al principio de su existencia, Ciudadanos tuvo un escaso atractivo
electoral. Su apoyo en las urnas, sin embargo, ha aumentado enormemente
como consecuencia del crecimiento del movimiento secesionista en
Catalunya que ha generado, como respuesta, la movilización del
nacionalismo españolista, y con ello el crecimiento electoral de este
partido, el cual se definió, desde el principio, como máximo valedor de
este tipo de nacionalismo centralista, uninacional y opuesto a la
diversidad nacional del Estado español.
El cambio de imagen de Ciudadanos
A fin de atraer el apoyo de los barrios obreros, además de utilizar
su nacionalismo uninacional centralista, Ciudadanos está utilizando un
lenguaje y una narrativa casi “obrerista”. En realidad es uno de los
poquísimos partidos españoles que explícitamente habla y utiliza el
término “clase trabajadora”.
Su lenguaje, para
referirse a sus deseadas bases electorales, incluye siempre el término
de clase trabajadora, presentándose como el defensor de los intereses de
los grupos más vulnerables de estas clases. El reciente discurso de
Inés Arrimadas en el Parlament de Catalunya ejemplifica este énfasis en
temas sociales, rodeado de una narrativa obrerista.
De ahí que haya introducido una propuesta de ley en las Cortes Españolas (la Ley en contra de la precariedad) que se presenta como la solución a unos de los mayores problemas que tiene la clase trabajadora hoy en España: la precariedad. Su intención es nada menos que eliminar los contratos temporales y sustituirlos por contratos fijos.
Según dicha propuesta, todos los contratos pasarían a ser contratos
indefinidos, aumentando así la protección de los trabajadores, ya que la
indemnización por despido pasaría en su propuesta de 12 a 20 días por
año trabajado. Es decir, que cuando el empresario despidiera a un
trabajador que tiene ahora un contrato temporal, tendría que pagarle (si
tal ley se aprobara en las Cortes) el dinero equivalente a 20 días por
año trabajado en lugar de 12 días, como ahora.
Si este trabajador fuera
ahora un trabajador temporal, ganaría con tal propuesta ocho (20-12)
días por año trabajado, lo cual, además de favorecer al trabajador
temporal, frenaría que el empresario lo despidiera, pues le sería más
caro hacerlo que ahora. Hasta aquí lo que Ciudadanos dice proponer.
A primera vista, por lo tanto, tal propuesta parece una medida que
favorecerá a los trabajadores temporales, que tienen este tipo de
contratos porque no pueden encontrar trabajos fijos. Podría, pues, ser
un paso adelante, aunque no resolvería el problema de la precariedad,
pues la propuesta no aborda otras causas y consecuencias de esta
precariedad.
Lo que Ciudadanos no cita en la promoción de su ley
Lo que no se cita sobre tal propuesta de Ciudadanos es que esta tiene que ver no solo con los ahora definidos como contratos temporales, sino también con los contratos ahora definidos como fijos.
Y para estos últimos contratos la propuesta es que cobren como
indemnización los mismos días que recibirían los contratos temporales,
es decir, 20 días por año trabajado.
Y ello significa que dicha
propuesta tiene dos enormes regalos a los empresarios: uno es que en
lugar de tener que pagar 33 días cuando despiden a un trabajador fijo,
como tienen que hacer ahora, tendrían que pagarle solo 20 días por año
cuando la ley se aprobara; y el otro gran regalo es que la propuesta de
ley hace mucho más fácil, en comparación con ahora, que el empresario
despida a un trabajador fijo.
Es suficiente que el empresario considere
que el puesto de trabajo no es necesario, o que debe modificarse, o que
duplica el trabajo de otro trabajador, o “lo que fuera” para que él
despida al trabajador. En otras palabras, el empresario puede alegar
cualquier motivo (cambiar su estrategia empresarial, su actividad, su
oferta de productos y/o servicios, su adquisición de nuevas tecnologías,
su cambio de clientes, o del mercado, etc., etc.) para despedir al
trabajador.
Lean la ley y lo verán: “Se considerará que la amortización estará justificada
cuando las funciones desempeñadas por el puesto de trabajo no respondan
a una necesidad de trabajo de carácter estructural y permanente dentro
de la actividad normal de la empresa. En todo caso, se entenderá que no
responden a dicha necesidad los puestos de trabajo cuyas funciones
hubiesen devenido innecesarias o redundantes con las que estos puestos
de trabajo […] o como resultado de cambios en el objeto social de la
empresa o en su estrategia empresarial, en su estructura organizativa,
en su actividad, en su oferta de productos o servicios o en la
composición de su cartera de clientes o proveedores, o a resultas de la
aplicación de una innovación tecnológica o de alternaciones
significativas del mercado”.
Tal ley afectaría también a los “trabajadores públicos de las administraciones y de empresas públicas”. Como bien ha indicado Lola Santillana, secretaria de Empleo de CCOO, la propuesta de Ciudadanos “es una barbaridad [ya que] supone introducir en nuestra legislación el despido libre sin causa”. Es lo que la gran patronal ha deseado siempre: el máximo de flexibilidad para poder despedir al trabajador cuando quiera. Así de claro.
Cómo incentiva Ciudadanos a los empresarios para que no despidan
Como también se hizo con las reformas laborales del gobierno
PSOE y del gobierno PP, estas medidas se presentan como necesarias para
flexibilizar el mercado laboral, siendo, en realidad, la causa mayor de
su enorme deterioro. Una de las primeras medidas que Ciudadanos hizo
cuando apareció en las Cortes Españolas fue apoyar tales reformas
laborales, que han hecho un daño enorme al bienestar y calidad de vida
de la clase trabajadora. Tales reformas favorecieron enormemente al
mundo empresarial, traduciéndose en un enorme crecimiento de sus rentas a
costa de un gran descenso de las rentas del trabajo. Las rentas
del capital nunca habían alcanzado unos niveles tan altos y las rentas
del trabajo unos niveles tan bajos como ha ocurrido durante estos años
de supuesta crisis (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama 2015).
La agresiva y hostil avalancha empresarial que ya ocurrió con las
reformas laborales de Zapatero y Rajoy alcanzaría su zénit con la
aprobación de tal ley, pues destruiría la escasa estabilidad laboral
existente en el mercado laboral, el más deteriorado de la UE-28 (ver mi
artículo “España es el país de la Unión Europea con peores condiciones de trabajo”, Público,
22.02.18). Ciudadanos es consciente de ello, pues adelanta una posible
solución al problema creado por tal ley. Frente al enorme crecimiento de
la inseguridad e inestabilidad laboral que su propuesta acarrearía,
Ciudadanos propone premiar (dándoles dinero) a las empresas que no
despidan. Aquellas que hicieran escasa rotación en su fuerza laboral
recibirían ayudas y subsidios del Estado. Esta vía de corregir el
desastre que crearían es reflejo de su intento de mantener siempre
buenas relaciones con la patronal. Como bien dice Nacho Álvarez,
asesor económico de Podemos, frente al “bonus” que ofrece Ciudadanos,
debería hacerse un “malus”, mediante la penalización fiscal por excesiva
rotación.
Lo que está claro es que la ley propuesta por Ciudadanos
acentuaría todavía más el deterioro del mercado de trabajo y empeoraría
la precariedad y los bajos salarios, pues precarizaría los contratos
fijos, además de no abordar un gran número de otras causas de la
precariedad, como es el establecimiento de falsos autónomos, con
millones de trabajadores que han dejado de estar cubiertos por el
Estatuto de los trabajadores y las regulaciones laborales al pasar a ser
considerados como autónomos, siendo entonces el derecho mercantil, en
lugar del laboral, el que cubre su trabajo, con la desaparición de
derecho que ello implica. A todo ello Ciudadanos no dice ni pío, ya que
favorece el surgimiento de este cambio.
Por qué continúa creciendo Ciudadanos
Una de las mayores causas del crecimiento de Ciudadanos es el enorme
desprestigio del Partido Popular (causado en gran parte por su
sistemática corrupción), así como el nacionalismo españolista, radial y
de carácter monárquico borbónico (que se opone a muerte a cualquier
visión alternativa de una España plurinacional, policéntrica y
republicana), de los naranjas, esencial para continuar el maridaje entre
poder económico y financiero por un lado, y poder político-mediático
por el otro, y que ha crecido espectacularmente como consecuencia del
crecimiento del secesionismo en Catalunya.
Ello explica que la
clase trabajadora catalana –de habla castellana en su mayoría- vote a
Ciudadanos como protesta hacia el independentismo, voto que va
claramente en contra de sus intereses de clase, pues la aplicación de
tales políticas liberales está teniendo unas consecuencias muy negativas
sobre la calidad de vida y el bienestar de tal clase que la ley
propuesta sobre la precariedad acentuaría. Nunca antes se había visto
más claramente la utilización de la bandera borbónica española para
defender los intereses de los grupos empresariales que apoyan a
Ciudadanos.
(*) Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra