Parecer ser que Dios no
ha escuchado la plegaria de algún obispo y los miedos de la Conferencia
Episcopal Española y finalmente se ha formado un Gobierno de coalición
entre PSOE y Unidas Podemos con el apoyo de partidos distintos y la
abstención de otros.
Me decía el otro día un amigo
agnóstico con un tono entre cercano e irónico: "Entonces, ¿Dios no ha
escuchado a los obispos y de alguna manera ha favorecido a los que
deseaban un gobierno de izquierdas?".
Mi respuesta fue una sonrisa y le
contesté: "Dios quiere que hagamos un mundo humano y fraterno desde la
dignidad humana. No creo que esté preocupado por si tenemos que pagar el
IBI de los pisos o cómo queda la asignatura de religión católica en el
sistema educativo. Deberíamos estar preocupados y ocupados de aliviar el
sufrimiento humano".
Es entendible que a la gente de derechas no le guste un
gobierno de izquierdas y que a la gente de izquierda no le guste un
gobierno de derechas, lo que es incomprensible es convertir a Dios en un
votante de derechas o alguien que defiende sus intereses. Han vuelto a
identificar la Iglesia con la derecha, utilizando a Dios y la oración.
Si hubiera salido un gobierno de derecha o extrema derecha ¿hubieran
dado gracias a Dios por ello? Tremendo y triste a la vez.
Me
siento identificado con una gran persona, como es el compañero Javier
Baeza, que ha interpelado a los obispos diciendo: "Yo sí que rezaré:
para que se acaben los desahucios, no haya devoluciones en caliente,
todos podamos acceder a una educación pública de calidad, se acabe la
privatización médica, los refugiados sean acogidos, el odio no habite en
los corazones…¡claro que rezo!".
También hay que
reseñar que el Cardenal de Madrid, Osoro, ha dicho que hay que trabajar
con este Gobierno y buscar el bien de España en un proyecto común.
Siempre se agradece una voz sensata, razonable y constructiva.
De
nuevo se ha manipulado la imagen de Dios por intereses económicos y de
poder de la propia Iglesia. Se enfadan cuando le decimos que están
vendidos a los intereses de las élites sociales, económicas y
financieras, que prostituyen la fe cuando la ponen al servicio del
capitalismo.
No lo decimos por hacer daño o ir de progre o porque nos
aplaudan determinados sectores de la sociedad. Lo decimos y lo digo
porque con estos planteamientos somos cómplices del egoísmo, las
políticas del odio, del rencor, del rechazo, del machismo, porque
defendemos la injusticia apoyada en la opresión y explotación de la
clase trabajadora.
Con estos planteamientos y esos
miedos: ¿dónde queda la preocupación por los empobrecidos, por las
mujeres asesinadas por el machismo, por los desahuciados, por los que se
quedan en las calles, por los mayores que no tienen una pensión digna,
por la clase trabajadora precaria y pobre, por los dependientes
abandonados por las administraciones, por la desnutrición infantil, por
el racismo, la xenofobia y el rechazo al pobre, por el deterioro
intencionado de los servicios públicos, por el cambio climático?
¿Miedo
a la izquierda? No hay que tener miedo, hay que pedirle y exigirles que
desde la acción de gobierno contribuyan a que los derechos humanos y
constitucionales sean ejes vertebradores de la vida social y económica.
Hay que tener miedo a la maldad humana, venga disfrazada como venga,
miedo a los egos y narcisismos, miedo al olvido de la gente que sufre,
miedo a renunciar a lo imposible.
¿Porque cuántas cosas que hace siglos
eran imposibles y ahora se han hecho realidad? Hay que tener miedo a los
poderes fácticos que quieren seguir construyendo una sociedad de
superricos, destruyendo todo tejido social y ecológico.
Seguiré
rezando porque tengamos fuerzas suficientes e inteligencia, entre ella
la emocional, para seguir trabajando desde la sensibilización, la
concienciación y la movilización por un mundo nuevo, construidos entre
todas y todos, construido por personas de diversos credos y opciones de
vida, de diversos proyectos sociales, sindicales y políticos que nos une
el cariño, el respeto y la dignidad humana.
Y, esto se lo vamos a
exigir al nuevo Gobierno. Espero que algunos obispos piensen en los
empobrecidos y no en su poder y confort.
(*) Sacerdote desde 1987. Miembro de la plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de la Cumbre Social de Murcia.
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