VALENCIA.- Tras la explosión de la primera y segunda parte del caso Erial -donde la
Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil coloca a Eduado
Zaplana como director de una trama de blanqueo y cobro de sobornos a cambio de adjudicaciones públicas para beneficiar a la familia Cotino-,
todavía hay una parte del sumario que permanece secreta e inquieta a
los políticos que en algún momento formaron parte del universo del ex
ministro de Aznar, recoge El Mundo.
Entre la documentación que se examina hay un contenido que destaca sobre el resto: las agendas personales del ex presidente de la Generalitat Valenciana, unas libretas en la que desde el año 1995 apuntaba con todo detalle encuentros, reuniones y decisiones. Por intrascendentes que fueran.
Zaplana,
caracterizado por ser un hombre metódico, hace gala de ello en las
páginas de los dossiers que están analizando los investigadores.
Las agendas, según ha podido saber este periódico, son muy extensas e incluyen nombres de muchos políticos o ex políticos
que en algún momento tuvieron peso tanto a nivel estatal como
autonómico. Que en ellas se reflejen encuentros oficiales derivados de
su categoría como político o no todavía se desconoce.
Los investigadores ultiman el rastreo de estos datos para confeccionar el correspondiente informe y ponerlo sobre la mesa de la magistrada que investiga el asunto.
No
obstante, el hecho de que haya plasmados nombres y distintas reuniones
no implica que esas personas estén relacionadas con los negocios turbios que se le atribuyen a Zaplana
en el marco de las diligencias que se investigan en el Juzgado de
Instrucción número 8 de Valencia aunque quizá puedan ser fuentes de
información para otros asuntos.
Lo que sí se desprende de las anotaciones que todavía permanecen bajo secreto de sumario es la intensa red de relaciones que tejió desde que accedió a la presidencia de la Generalitat Valenciana y el detalle con el que las recoge.
También
evidencia su capacidad para relacionarse con personas de distintos
ámbitos, en principio, antagónicos entre sí. El levantamiento del
secreto de esta pieza mantiene en cierto nivel de alerta a quienes
contactaron con él en algún momento porque Zaplana lo apuntaba todo con una precisión absoluta. De hecho, son varias las agendas que los agentes de la Uco están analizando, dado lo abultado del contenido.
Una
vez que la juez Isabel Rodríguez haga pública esta parte, la última que
queda bajo secreto, todo el sumario del caso Erial será público si bien
es cierto que las pesquisas más comprometidas para el ex ministro de
Aznar trascendieron hace meses.
Las conclusiones de la Uco son devastadoras. Los agentes sostienen que recibió 10,5 millones en sobornos de la familia Cotino a cambio de darle 85 millones en adjudicaciones; que viajó a Uruguay para constituir dos empresas opacas para guardar el dinero;
que ya había empezado a repatriar la suma que presuntamente le
inyectaron los Cotino, que logró lavar 2,9 millones y que estaba
íntimamente relacionado con el testaferro del ex presidente de la
Comunidad de Madrid Ignacio González.
Además, es clave en este proceso la declaración de quien es considerado su testaferro: el abogado uruguayo Fernando Belhot. Es el principal testimonio de cargo contra él.
Ante la magistrada y el fiscal Anticorrupción Pablo Ponce, confesó que le habría ayudado a evadir dinero
a cuentas en el extranjero. Belhot -el hombre que gestionaba en el
extranjero los sobornos que, según la Guardia Civil, Zaplana obtuvo de
los Cotino- decidió hablar a cambio de inmnidad tras cerrar un pacto con
Anticorrupción. Cuando decidió colaborar, estaba totalmente sitiado por la operación Erial.
Los meses anteriores a su acuerdo con el fiscal Pablo Ponce -que se
desplazó hasta Uruguay para entrevistarse con él- habían sido muy
intensos judicialmente hablando. Con Zaplana en prisión, Belhot figuraba
como imputado y eran constantes los requerimientos para que se
presentara a prestar declaración.
Incluso se cursó una orden de
detención internacional.
Finalmente, Belhot decidió dejar caer al ex ministro y cerrar un acuerdo. Automáticamente pasó de ser imputado a ser testigo.
Su testimonio dejó al ex presidente de la Generalitat en una situación
muy comprometida en la causa que se sigue en su contra. Belhot admitió
en su declaración por videoconferencia que Zaplana era el verdadero
titular de las sociedades en las que «escondían» los fondos opacos.
Belhot dio incluso una cifra del dinero que gestionó: 7,9 millones de euros.
Según
dijo al fiscal, el 90% del dinero que le envió el ex ministro lo
recibió en Madrid su secretaria, que también está investigada en la
causa, a quien se lo entregaba «algún contacto con el exterior, o
incluso algún amigo o chófer».
En siete años de «colaboración», Belhot
calculó que le hizo llegar 2,3 millones de euros, principalmente entre
2016 y 2017. Una llamada de Zaplana, remató, le aclaró que «todo había
sido conforme».
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