Repasemos la candidatura del PP al Congreso. Constatado de sobra el
papel subsidiario del Senado (fuera de que hubiera que enlomarle otra
vez el 155 a la insurgencia catalanista), la del Congreso es la lista
que cuenta. La política de verdad se cuece en los escaños de la Carrera
de San Jerónimo, en sus pasillos y en los fogones aledaños.
La
papeleta está encabezada por Teodoro García, el principal activo del
partido junto con Fernando López Miras, la mano derecha de Pablo Casado.
Teodoro juega en otra división, y más por la derecha que por el centro,
según la nueva pizarra dibujada en la calle Génova. Al ciezano lo
veremos en el Gobierno si su formación gana las elecciones del 28-A, por
lo que situarlo al frente del cartel estaba cantado y era la mejor
decisión posible.
Desde el cielo de Mallorca vuelve a aterrizar la
número dos de la lista, la zapadora paracaidista Isabel Borrego.
Exsecretaria de Estado de Turismo y diputada en tres legislaturas, de
ella se valora en Madrid -dicen que dicen- su trabajo de pico y pala y
la influencia que pueda depararle aún en determinados ámbitos
extraparlamentarios su matrimonio con Vicente Martínez-Pujalte, pero no
tiene tirón electoral ni goza de popularidad en la Región, por lo que 'a
priori' no parece que vaya a contribuir a llenar de votos el saco, la
finalidad última de cualquier lista electoral.
Su inclusión resultaba
prescindible, si el objetivo era -como debe suponerse- enviar a Madrid
el mayor número posible de diputados.
Tercer candidato: Francisco Jódar.
Qué decir que no se sepa ya de quien fue el alcalde en los terremotos
de Lorca y el artífice de la doble recuperación de la ciudad, la
recuperación constructiva y la anímica. Elevado después a la Consejería
de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, pronto se mostró cansado, pero
Jódar abandera la cuota de Lorca en la candidatura, una circunstancia
territorial que -a diferencia de Isabel Borrego- sí garantiza un caudal
importante de votos en el Valle del Guadalentín. Aunque también era un
político a jubilar.
Hasta aquí llega la cuenta. Los sondeos
atribuyen un máximo de tres escaños al PP -de los diez a disputar-,
otros tres al PSOE, dos a Vox, uno a Podemos y otro a Ciudadanos, lo que
hace suponer que la cuarta tripulante de la expedición se quedará en
tierra.
Por si no fuera así, o en previsión de posteriores sustituciones
de algún diputado electo inicialmente, el PP ha situado ahí a
Concepción Ruiz Caballero, un valor joven y de gestión eficaz, la cara
amable del equipo de Ballesta en el Ayuntamiento de Murcia, donde se
ocupa de los centros de mayores, que siempre son un granero de votos.
Interesante currículo, pero sin apenas opciones por su descuelgue en la
lista.
Para que salga elegido el quinto de los candidatos,
Francisco Javier Ruano, debería aparecérsele al PP la Virgen de la
Fuensanta, así que va a ser que no.
Los puestos seguros son tres, o
uno menos en caso de hecatombe. Entonces, ¿por que no figura en los
lugares segundo o tercero de la candidatura Víctor Manuel Martínez, el
portavoz en la Asamblea Regional recién disuelta, si resulta evidente
que Isabel Borrego y Francisco Jódar carecen de atractivo y por ello
podrían haber sido amortizados para procurar una reasignación política
digna al de Santomera?
La exclusión de Víctor Manuel Martínez fue la
gran sorpresa de las candidaturas al Congreso y al Senado que dio a
conocer el PP el 25 de marzo pasado, porque el anuncio anterior por
parte del jefe López Miras de que nadie repetiría en la Asamblea
Regional le dejaba solo dos destinos posibles: las listas para los
comicios legislativos o el paro, y de las listas fue apartado.
En la
militancia, entre muchos cuadros directivos del partido y en sectores
sociales que lo han tratado estos años se le considera uno de los más
destacados activos del PP, de los de mejor proyección, de los que
presentan un futuro político más prometedor (38 años) y -esto salta a la
vista- el mejor escudero que Valcárcel, Pedro Antonio Sánchez y López
Miras han podido tener para protegerse de la oposición -mayoritaria- en
la Asamblea Regional. Ha sabido además superar obstáculos, dentro y
fuera de su organización, para conducir a buen puerto la reforma del
Estatuto de Autonomía aprobada el lunes por unanimidad.
¿Qué pasó
con Víctor Manuel Martínez, que supo de su marginación electoral por la
prensa, dado que nadie le dio explicaciones en su momento, lo que le
hizo cometer en caliente el error de lamentarlo públicamente, aunque sin
una palabra de reproche?
Se dijo, a falta de versiones oficiales u
oficialistas, que López Miras había recibido de Pedro Antonio Sánchez
(PAS) la orden de apartarlo de las listas por no haberse sumado en su
momento con entusiasmo a la campaña tuitera de #yoconPedroAntonio cuando
el PP se lanzó en tromba a defender a su expresidente ante los frentes
judiciales abiertos contra él.
Quizá Víctor Martínez no sea proclive a
prodigarse en las redes sociales, pero consta en la hemeroteca que quiso
acompañar a PAS en una de sus comparecencias judiciales, y salir en la
foto con él (con un imputado), sin necesidad de hacerlo. Siempre fueron
amigos, y de Martínez tampoco consta una palabra más alta que otra o un
atisbo de deslealtad en su relación con López Miras, quien participó el
martes pasado de su fiesta familiar de cumpleaños (en la que hablaron
del asunto, claro), y eso parece la mejor prueba de que mantienen una
buena sintonía personal, pese a todo.
A López Miras le gusta que
le hagan la ola, es verdad. A su pregón del viernes en Lorca acudieron
nueve de sus diez consejeros, cuatro o cinco directores generales y
otros altos cargos de la Comunidad, diputados nacionales y regionales,
el presidente del Puerto, el obispo y el arzobispo emérito de Burgos....
Eso es lo que al presidente le encanta, verse arropado por los suyos,
que le den cariño, y su exportavoz parlamentario no es muy dado a la
coba.
Pero apunten esto: Víctor Manuel Martínez ocupará un alto cargo en
el Gobierno central, si Casado gana el 28-A, o será consejero
autonómico si López Miras gobierna en San Esteban, solo o en coalición,
tras las elecciones de mayo. O senador por designación autonómica, en
última instancia. Pero no se irá al paro. Palabra de Fernando López
Miras.
(*) Columnista
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