MADRID.- Más de 32 millones de españoles, es decir, un 70% de la población,
ya se están viendo afectados por las consecuencias del cambio climático,
un fenómeno que está provocando un alargamiento de los veranos,
acumulando años muy cálidos en la última década y provocando un aumento
de la frecuencia de noches tropicales.
Así lo ponen de manifiesto
los datos del Open Data Climático, una herramienta de la Agencia Estatal
de Meteorología (Aemet) de acceso libre a partir del mes de abril, que
ha contado con información procedente de su Banco Nacional de Datos
Climatológicos y, en particular, con datos procedentes de un total de 58
observatorios.
Según las conclusiones de este estudio preliminar,
las temperaturas medias de todas las estaciones son cada vez más
elevadas, aunque el ascenso se aprecia con más claridad en primavera y,
sobre todo en verano, estación que se convierte en la más afectada por
el cambio climático, pues se está volviendo más largo y más cálido.
En
concreto, los datos revelan que el verano se está alargando nueve días
de media por década, con lo que el verano actual abarca cinco semanas
más que a comienzos de los años 80, aunque el calentamiento afecta a
todas las estaciones del año.
En general, las temperaturas son más
cálidas ahora entre abril y octubre, lo que confirma que esta estación
comienza antes y termina después.
“Es algo que todos notamos y los datos
nos vienen a confirmar”, subraya uno de los portavoces de la Aemet,
Rubén del Campo.
Los datos también revelan que las superficies con
climas semiáridos están avanzando en España, y ocupan ya un 6% más que
en el periodo 1961-1990, es decir, de unos 30.000 kilómetros cuadrados,
un aumento “considerable”, según otra de las portavoces de la Aemet,
Beatriz Hervella.
Las zonas más afectadas son Castilla-La Mancha, el
valle del Ebro y el sureste peninsular, al ser estas las más propensas a
no registrar precipitaciones.
Con respecto a las temperaturas, el
estudio confirma una tendencia a temperaturas más altas en España desde
1971, tanto en valores promedios como en máximas y mínimas, lo que
afecta directamente a la población en lo referente al índice de
mortalidad.
Este resultado concuerda con el hecho de que los años más
cálidos se hayan registrado en su mayoría en el siglo XXI.
De los
58 observatorios analizados, 37 registraron al menos cinco años desde
2011 con temperaturas medias anuales situadas dentro del 20% de las más
cálidas del periodo de referencia (2011-2018).
Estas anomalías ponen de
manifiesto que al menos cinco de los últimos ocho años en estos
observatorios han sido muy cálidos, siendo el “caso más extremo” en
Barcelona, donde desde 2011, la temperatura media anual se ha situado
entre el 20% de las más cálidas desde este mismo año, periodo de
referencia.
También, en cinco observatorios, entre ellos el de
Murcia o el de Teruel, todos los años excepto uno, han exhibido un
comportamiento similar, mientras que en Madrid ha sido así en cinco de
los últimos ocho años.
Por
otro lado, el estudio señala que la temperatura superficial del
Mediterráneo está aumentando 0,34ºC por década desde principios de los
años 80. Este aporte de calor provoca una expansión termal que
contribuye al incremento del nivel del mar. De hecho, desde 1993 el
nivel del Mediterráneo ha aumentado en 3,4 milímetros por año.
Según
los resultados del Open Data Climático, un Mediterráneo cada vez más
cálido repercute en sus regiones costeras aumentando el número de noches
tropicales, es decir, aquellas en las que la temperatura mínima iguala o
supera los 20ºC.
En este sentido, ambos portavoces han destacado
la amplificación de los efectos del fenómeno ‘isla de calor’, anomalía
térmica positiva que tiene lugar en el centro de las ciudades en
relación con la periferia.
Según el Open Data Climático, este plus
térmico nocturno que eleva las temperaturas mínimas afecta al confort de
los ciudadanos por sus efectos nocivos para la salud, en particular
para aquellos grupos de riesgo que viven en grandes urbes.
Ambos
efectos, por tanto, señalan a las grandes ciudades y a la costa
mediterránea como los dos entornos más vulnerables al cambio climático.
Finalmente,
se ha estudiado la ocurrencia de las olas de calor y de frío. Si bien
los episodios fríos disminuyen en número de días, las olas de calor
tienden a concentrarse en los últimos años, con especial incidencia en
su duración.
Este hecho es particularmente relevante, según ha destacado
Hervella, al existir una elevada correlación entre temperaturas máximas
y mortalidad, pues a partir de un determinado umbral de temperatura
máxima las muertes aumentan de forma notable.
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