Pedro Sánchez exhuma a Francisco Franco y Pablo Casado replica exhumando a Adolfo Suárez.
La afición añorará los tiempos en que los grandes candidatos se
limitaban a fumar en vez de exhumar. El líder del PP pasa de la
invocación a la reencarnación, y presupone que el padre de la transición
legó su astucia a su primogénito varón.
Ningún dato en la biografía de Adolfo Suárez Illana permite avalar esta cesión. Para empezar, es más viejo que su padre, una curiosa inversión de las leyes mendelianas.
Sánchez hará campaña con Franco a su lado, Casado se adjunta al gran Suárez a través de un hijo que ya abochornó a los populares en Castilla-La Mancha.
Candidato digital a la presencia de dicha comunidad, el hombre que
quería ser duque cayó con estrépito ante Bono y ni siquiera se presentó a
la investidura, un dato suficiente sobre su catadura para prohibirle la
participación en otras elecciones.
El PP debería haber repasado las
declaraciones del socialista que le derrotó en las urnas
castellanomanchegas, "nunca imaginó que su estancia entre nosotros sería
tan corta".
En la presentación de Suárez Illana como hijo del exhumado Suárez, el candidato Casado nombró en más ocasiones al padre que al otro, en una muestra de buen tino. El número dos del PP por Madrid posee una excelente voz en off, porque no se le recuerda una sola intervención digna de ser escuchada.
Como mínimo, el aficionado a las capeas remata el cartel taurino de los
populares madrileños, donde solo falta un miembro de la cuadrilla del
bombero torero. El presidente de los populares considera por lo visto
que la fiesta nacional debe ocupar una quinta parte de la actividad del
Congreso, y tal vez se quede corto.
Entretanto, el perdedor nato Suárez Illana confirma la adicción de los partidos a los candidatos exóticos. ¿Qué será lo siguiente, un astronauta en las listas?
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