La política es una guerra por el poder. Un juego de tronos, que diría
Pablo Iglesias. Bien sea para aplicar políticas públicas o para ocupar
relevantes posiciones de decisión. En principio, para ganar en una
disputa electoral lo recomendable es contar con los mejores. Eso dicta
el sentido común, aunque la realidad es mucho más compleja.
A falta de
conocer las listas de todos los partidos murcianos para las generales y
las autonómicas hay varios asuntos que resultan sorprendentes en las
principales formaciones.
El caso del PSOE es especialmente llamativo.
Que optase por una profunda renovación, teniendo nuevo líder regional,
entraba dentro de lo esperable, pero resulta difícil de asimilar que, en
vísperas del Día Internacional de la Mujer, Diego Conesa fuese a
completar el pase a mejor vida de tres referentes feministas de los
socialistas murcianos: María González Veracruz, que anunció el pasado
lunes su intención de dar un paso a un lado, después de comprobar que no
entraba en los planes del secretario general; Begoña García Retegui
(sanchista e integrante de la Comisión Ejecutiva Federal) y Rosa
Peñalver, histórica del PSRM que ha desempeñado con acierto la
presidencia de la Asamblea Regional durante la última legislatura.
Ya
habíamos anticipado en el periódico que Conesa preparaba una 'limpia' en
el grupo parlamentario. La sorpresa fue que iba a ser solo de diputadas
puesto que los varones (Joaquín López, Martínez Baños e Emilio Ivars)
fueron reubicados. Es de suponer que, al margen de sus preferencias
personales, Conesa habrá tenido que lidiar con compromisos orgánicos de
tipo territorial o con agrupaciones que le prestaron su apoyo en esas
primarias que venció por estrecha ventaja a María González Veracruz.
Pero parece evidente que ha tenido suficiente margen de maniobra como
para dejar fuera de las elecciones a 'pesos pesados' del partido y
aventurarse en arriesgados fichajes de rendimiento incierto, como la
poetisa Magdalena Sánchez o la militar Teresa Franco Martínez como
número dos del candidato a la alcaldía de Murcia, José Antonio Serrano,
buena gente pero justito de fuste para plantar cara a la candidatura de
Ballesta. Huele a descalabro del PSOE en las municipales de Murcia, lo
cual, por su peso poblacional en la circunscripción única, puede ser
decisivo para la conquista del gobierno regional.
Si Conesa cumple sus
objetivos nadie recordará estas apuestas. Pero si se estrella, medio
partido, que quedó deficientemente integrado en las listas, le pedirá
cuentas desde el primer minuto. A su favor tiene que su rival, el
presidente López Miras, no demostró ser un lince en materia de fichajes.
Tiene mérito hacer una remodelación de Gobierno y salir de ella con un
Ejecutivo más débil. Salvo Fernando de la Cierva, los relevos en el
Ejecutivo fueron a peor. Miras estará ahora más cómodo, pero la levedad
política de su Gobierno es mucho más visible, sobre todo por su
monumental despiste en ciertos asuntos con peso electoral.
Sin ir más
lejos, el discurso del 8-M rozó esta semana lo paupérrimo. Y, para
colmo, después de un año en blanco en materia de igualdad. Ni llegó el
observatorio prometido ni el pacto contra la brecha salarial. Mucho
homenaje a la mujer pero cero patatero en materia de políticas públicas
que masivamente reclaman decenas de miles de murcianas en las calles de
la Región. Ciudadanos, su principal adversario, atisbó el nuevo
escenario y ha 'fabricado' una candidata con habilidades para comunicar
aquello que Rivera y Arrimadas pergeñen desde Madrid, aunque sea algo
tan artificioso como ese pastiche ideológico al que llamaron 'femenismo
liberal' para marcar distancias a diestra y siniestra.
Isabel Franco,
elegida en unas primarias marcadas de inicio por la dirección de C's,
puede obtener un buen resultado si le dan contenido a su campaña y no se
pasa de rosca con su 'storytelling' personal. Cada cual tiene su
particular percepción de sí mismo y el derecho a presentar públicamente
el relato personal que más le convenga, pero evocar de forma recurrente
su victoria contra el cáncer, como ejemplo de resiliencia en el marco de
un discurso político-electoral, resulta poco digerible para quienes
perdieron a seres queridos que pelearon hasta su último aliento en
similar combate.
Aunque hasta el momento no se sabe nada de cuáles son
sus propuestas para la Región, tendrá sus opciones, por la fortaleza de
la marca con la que concurre, si se rodea de colaboradores con
experiencia y criterio. Los cabezas de cartel son pieza clave de
cualquier contienda electoral, aunque un reclutamiento patoso de
acompañantes en las listas puede tener consecuencias funestas. Salvo que
alguien destaque sobremanera en liderazgo y carisma, que no es el caso.
(*) Periodista y director de La Verdad
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