Faltan dos meses para las elecciones generales del 28 de abril y
los pronósticos se presentan inciertos. Las encuestas, cada vez más
frecuentes en los medios de comunicación, no pueden ser una bola de
cristal en una fase de gran fluidez.
Los estudios posteriores a las elecciones andaluzas señalan
que el pasado 2 de diciembre del 2018, el 11% de los electores
decidieron el sentido de su voto el mismo día de la convocatoria. La
oferta política se ha ampliado y la demanda de certezas no encuentra hoy
mucha satisfacción en las sociedades occidentales.
No hay stock de
certezas. Las campañas electorales vuelven a ser muy decisivas. En estos momentos, un 30% de los españoles se mantiene indeciso, según los sociólogos del CIS.
Las encuestas no son bolas de cristal, pero nos aportan
tendencias. En estos momentos, el electorado mayor de 50 años parece el
más movilizado. La generación con un recuerdo vivo de la transición es
la que tiene mayor interés en acudir a votar. Ven al país en riesgo y ya
han tomado posición, en una u otra dirección.
Las tablas del CIS
señalan que el PSOE vuelve a ser en estos momentos el partido
preferido en la franja de edad superior a los 65 años. Factor pensiones y
alguna cosa más: el recuerdo vivo de la transición. Los más jóvenes,
por el contrario, parecen más desmovilizados. La protesta de los jóvenes
actuó de percutor en las elecciones generales de diciembre del 2015 y
en la repetición del 26 de junio del 2016. Los jóvenes dudan en estos
momentos.
El género parece que va a contar. El antifeminismo explícito de Vox podría
estar empujando a significativos segmentos del femenino hacia el
centroizquierda. ¿Catalunya? Catalunya importa, claro está, pero la gran
mayoría de los ciudadanos de toda España, incluidos los catalanes, no
piensa “en Catalunya” al despertar. Un país adulto con los mayores
sentados ya en la mesa esperando a que se distribuyan las cartas.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario