La República catalana es analógica y
digital. Muy digital. El MHP Puigdemont hace amplio uso de las redes y
las videoconferencias. Ahora, el vicepresidente Junqueras, cuya
presencia en las redes es forzosamente menor, por razones carcelarias,
intensifica la vertiente digital y realiza una importante declaración
política mediante holograma y personas interpuestas.
El holograma está
muy bien elegido porque transmite un contenido no solamente político
sino vital, del conjunto del tiempo y vida de Junqueras.
Lo
personal es político y lo político personal. Una de las originalidades
de esta revolución catalana en la que coinciden perspectivas muy
diversas es que afecta a los órdenes colectivos e individuales,
personales. Y los mezcla. Eso da al independentismo una autenticidad sin
parangón con ninguna otra propuesta de acción colectiva en España o
Catalunya.
Cuando Junqueras relata sus orígenes, su familia, su barrio,
su escuela, las gentes con las que creció, luce raíces. Cuando, además,
reitera el objetivo independentista, democrático y pacífico, cierra el
círculo de una imagen completa del independentismo que él lidera junto
con los demás profetas desarmados. Cada uno en su estilo y con su
bagaje.
El
marco histórico referencial es claro: Gandhi y Mandela. Quienes se
burlan de esta pretensión solo hacen lo que hacían quienes iban contra
Mandela y Gandhi: encarcelarlos, reírse de ellos, difamarlos. Y
conseguirán lo mismo que ellos.
Importantes
por añadidura las reflexiones en profundidad de Junqueras que, además
de mostrar su dimensión humana, interpelan a todos/as quienes comparten
sitio en el barco hacia la libertad. Aplaudo el rechazo al ánimo de derrota,
al derrotismo. Que solo se hable de derrota como sinónimo de rumbo a la
independencia. No ha lugar a prometer que no nos rendiremos. Eso se da
por supuesto.
Ni
un paso atrás, y no solo porque el denuedo y el arrojo nos lleve hacia
delante, sino también porque atrás solo está el abismo. Basta con
verlo... mirando hacia atrás. El proyecto está delante y, como lo dibuja
Junqueras, lo comparte el independentismo entero. El mensaje es
positivo. Es de victoria y dicho por un hombre a quien piden años y años
de cárcel por el mismo motivo que invocaba el fiscal italiano que pedía
la condena de Gramsci: "hay que impedir que este cerebro funcione en
los próximos veinte años".
En el auditorio estaba Carles Riera. Y en el barco. Fuera del auditorio, pero también en el barco, el MHP Torra presidía un acto de apoyo a los presos políticos.
A mil y pico kilómetros, Puigdemont, igualmente en el barco, se ofrece a
declarar por videoconferencia desde Bruselas. Podría aclarar por qué se
juzga a unas personas por un supuesto delito del que él es responsable
en primer lugar.
No, esto no lo para nadie.
En
el análisis del discurso de Junqueras, se hace hincapié en que formula
dos opciones, como si fueran alternativas: vía unilateral y referéndum
de autodeterminaación. No son alternativas, sino coincidentes. La vía
unilateral y la del referéndum acaban en lo mismo, un referéndum de
autodeterminación con o sin el acuerdo del Estado español.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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