El nacionalismo catalán tiene el suficiente tamaño
como para que el sistema político español no pueda operar establemente
sin su concurso. Hay legislaturas en las que uno de los dos partidos
estatales que han sido partidos de gobierno llegaban a tener una mayoría
absoluta en el Congreso de los Diputados y en las que parecía, en
consecuencia, que se podía prescindir del concurso del nacionalismo
catalán para la dirección del Estado.
Pero las legislaturas con mayoría
absoluta de un partido no han sido la norma en el pasado (aunque tanto
PSOE como PP han dispuesto de dos mayorías de ese tipo) y, sobre todo,
han dejado de serlo y de manera indefinida para el futuro respecto del
que es posible hacer predicciones.
En ausencia de mayoría absoluta
España no puede ser gobernada democráticamente sin la participación de
los nacionalismos catalán y vasco. Estos son una parte políticamente muy
significativa de la Constitución material de España, sin cuyo concurso
la Constitución formal o escrita de 1978 no puede operar.
Al mismo tiempo, los nacionalismos catalán y vasco no tienen tamaño y
fuerza suficiente como para poder constituir a Catalunya y País Vasco en
Estados independientes del Estado español. El nacionalismo vasco amagó a
comienzos del siglo con el conocido como ‘Plan Ibarretxe’, que no
pretendía la constitución del País Vasco como Estado independiente, pero
sí definir unilateralmente su forma de integración en España como
Estado Libre Asociado.
Tuvo un recorrido muy breve. El nacionalismo
catalán lo ha intentado con más intensidad en dos legislaturas
consecutivas, 2012-2014 y 2015-2017, tras el naufragio de la reforma del
Estatuto de Autonomía ante el Tribunal Constitucional con la Sentencia
del Tribunal Constitucional (STC) 31/2010, sin haber conseguido la
independencia a pesar de haber convocado dos consultas o referéndums en
2014 y 2017.
Tras la resaca del Plan Ibarretxe, el
nacionalismo vasco ha sido capaz de participar con cierta normalidad en
el funcionamiento del sistema político español. Su concurso ha sido
importante tanto con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno como
ahora, con Pedro Sánchez. Ya veremos qué nos depara el futuro cuando
avance el proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía que se está
estudiando en el Parlamento Vasco. Pero en el inmediato futuro es un
elemento de estabilidad.
Mucho menos clara es la posición del nacionalismo
catalán, frente al que las derechas españolas han intentado imponer un
‘cordón sanitario’ de verdad, con la finalidad de excluirlo como un
partido ‘legítimo’ dentro del sistema político español.
Gracias a la
ruptura de dicho ‘cordón sanitario’ pudo ser aprobada la moción de
censura, dejar atrás la época Rajoy y sacar al sistema político de la
situación de parálisis en que se encontraba, aunque sin recuperar la
normalidad anterior a 2015. Pero, por lo menos, se intenta hacer
política y no dejarlo todo en manos del Tribunal Constitucional y del
Tribunal Supremo. El nacionalismo catalán volvió a poner de manifiesto
que sin su concurso no se puede salir de círculos que se convierten en
viciosos.
Ahora bien, si las izquierdas españolas,
PSOE y Podemos con IU y las ‘confluencias’ han sido capaces de levantar
el ‘cordón sanitario’, no parece que el nacionalismo catalán esté
satisfecho con la forma en que dicho cordón se ha levantado. El
nacionalismo catalán considera que solamente se ha levantado de una
manera muy parcial y que todavía se tienen que dar pasos para que esté
dispuesto a incorporarse plenamente al funcionamiento del sistema
político español.
Pienso que tiene motivos sobrados para pensar de esa
manera. Pero el calendario impone que tiene que tomar una decisión ya,
sin poder esperar a ver qué depara el futuro. Esas son las condiciones
en que nos encontramos.
De cómo se resuelva esta
incógnita en el próximo mes en el trámite de presentación y votación de
enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos y en la
tramitación de los mismos en los meses posteriores, dependerá la
duración de la legislatura y la delimitación del terreno de juego para
la campaña de las próximas elecciones generales.
A
estas alturas de 2019 todos los partidos han presentado sus cartas.
Únicamente el nacionalismo catalán no lo ha hecho. De ello depende que
haya o no haya Presupuestos y que se pueda mantener viva o no la
legislatura, con las consecuencias que una u otra alternativa podría
acabar teniendo para la democracia española, catalana incluida.
(*) Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla
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