Parece que al Gobierno le han entrado dudas sobre el destino de su
presencia en Bankia, quizás porque ha llegado a la conclusión de que la
tarea de recuperar parte de los 22.400 millones inyectados en el año
2013 no va a resultar posible y menos en el plazo previsto, finales del
año 2019.
El Estado controla en torno al 61% del capital el banco pero el valor
de esta participación se ha ido reduciendo este año de forma alarmante,
al igual que la mayor parte de los bancos. Este año, el valor de la
entidad se ha visto recortado en una tercera parte, de forma que la
participación pública apenas alcanza los 5.000 millones de euros.
Este
jueves, las acciones han cerrado a 2,7 euros, mínimos anuales, muy por
debajo de los 4,06 euros por acción al que fue vendido el segundo y
último paquete de acciones, un 7% del capital, colocado por el Estado el
pasado diciembre.
Esperar que la cotización remonte parece tarea difícil por no decir
que inalcanzable, sobre todo si la aspiración se tradujera en
recuperar el dinero prestado en su día a la entidad para eludir su
quiebra.
De los 22.400 millones de euros inyectados, el Estado apenas
ha recuperado unos 2.800 millones de euros, sumando las dos colocaciones
de acciones en paquetes reducidos (7% y 7,5%) y los dividendos que ha
repartido el banco en esta etapa de cinco años transcurridos desde su
crisis e intervención pública.
La expectativa de recuperación del grueso del dinero es, por lo
tanto, bastante remota. Y más difícil aún si se desarrolla mediante la
venta de pequeños paquetes accionariales, ya que el atractivo que
ofrecen estas ventas es muy reducido, dada la baja rentabilidad por
dividendo. En Bolsa, la evolución de las acciones ha sido mala, entre
las peores del grupo de bancos que forman parte del Ibex 35.
Por lo tanto, la fórmula para sacarle más dinero a esta participación
accionarial podría residir en la venta de las acciones con el valor
incorporado de la toma de control completo de la entidad, lo que
permitiría al Estado quizás obtener una cifra muy superior. Es la idea
que acaba de apuntar la ministra de Economía, tras constatar que las
ventas en pequeñas dosis no suscitan el interés de los inversores.
La posibilidad de una venta en bloque de la mayoría del capital
implica, en todo caso, la obligación para el vendedor de lanzar una opa
sobre la totalidad del capital del banco. Este tipo de operaciones se
realiza muchas veces mediante pago en acciones, es decir, el inversor
interesado podría ser otro banco, español o extranjero, a condición de
que realice el pago de forma que el Estado españolo pueda cobrar de
forma más o menos inmediata la venta de estas acciones en efectivo.
No
será, en cualquier caso, una operación brillante pero al menos el
Gobierno se quitaría un problema de encima y ayudaría a clarificar el
panorama bancario, en donde Bankia sigue resultando una pieza anómala e
incómoda. Las expectativas de un saneamiento rápido que permitiera
recuperar el dinero aportado por el Estado hace tiempo que se han
esfumado y en los últimos meses las cosas han ido a peor.
El presidente
de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, ha hecho un buen trabajo
pero los milagros no son factibles en el sector bancario en estas
épocas. No hay más que echar un vistazo a su alrededor.
(*) Periodista y economista
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