El viernes era Albert Rivera atacando
TV3 y a sus profesionales y mintiendo sobre la cadena. Ayer, Pablo
Casado en Barcelona soltaba una arenga a los suyos y los no suyos, daba
pintorescos vivas al Rey, a cuyo poder taumatúrgico atribuía incluso el
sistema público de pensiones, y exigía del gobierno la adopción de
nuevas medidas excepcionales para, según él, restablecer la legalidad en
Catalunya. Porque, para Casado y el PP, la legalidad solo es pensable
si se suspende la Constitución.
En
verdad esta paradoja es habitual en la política española. Solo así cabe
entender que los fastos previstos con motivo del cuadragésimo
aniversario de la Constitución coincidan con su suspensión de hecho
mediante el art. 155. Algo intrínseco a la política española y que le da
ese aspecto irremediablemente ridículo, berlanguiano: el PSOE llega al
gobierno merced a una moción de censura al anterior por considerarlo
indigno de seguir gobernando y una de sus primeras medidas es condecorar
a los miembros de ese indigno gobierno.
Están
tan asustados con la Diada que llevan las contradicciones y los errores
al grado superlativo. ¿Acaso el envío de los 600 nuevos piolines a
Catalunya es encajable en la cacareada política de diálogo del gobierno?
Como tampoco lo es la campaña en los medios y las redes tratando de
difundir la especie de que la Diada será un fracaso.
Desde
el principio estuvo claro que los unionistas no sabían a lo que se
enfrentaban. Hoy es una claridad cegadora: no tienen ni idea. Si piensan
que una Diada con presos y exiliados políticos va a ser un fracaso
realmente no saben ni en dónde están.
La
Diada -y prepárense vuestras mercedes- es el comienzo de la reaparición
del protagonista del movimiento: la gente. Ha pasado un año desde el
mandato del 1-O. El resultado está a la vista. Todos hemos cumplido. Las
cosas han salido. Se han rendido cuentas. Corresponde a la gente abrir
una nueva etapa en el proceso, renovando el mandato en los mismos o en
diferentes términos.
Ya
pueden los provocadores de C's llenar las calles de matones con cutters
o el camarada Casado reclamar la ley marcial para Catalunya. La
independencia les pasará por encima. Y al PSOE y a Podemos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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