El Gobierno perpetró una chapuza con el decreto ley 4/2018 del pasado 22 de junio
“por el que se concreta, con carácter urgente, el régimen jurídico
aplicable a la designación del Consejo de Administración de la
Corporación RTVE y de su Presidente”. Con esta disposición se trataba de
dotar a la radio y televisión públicas de un consejo y una presidencia
provisional ya que el mandato del uno y de la otra vencían ese mismo mes
y los grupos parlamentarios no fueron capaces de acordar los términos
del concurso público,
previsto en la ley de 2017, por el que se designará, ya en otoño, al
órgano de administración de RTVE y a su presidente.
Sin embargo, el
Ejecutivo, aunque logró la validación del decreto ley, no consiguió sacar adelante
ni en el Congreso ni en el Senado a los miembros de la dirección
provisional del ente público. La solución in extremis fue la de nombrar
parlamentariamente a una administradora única en la persona de Rosa María Mateo.
La conocida presentadora de TVE, retirada ya, no ofrecía credenciales de
gestión empresarial ni de dirección de redacciones informativas. Pero
sí disponía de prestigio profesional por la ejecución de su trabajo
durante muchos años y de una generalizada y positiva buena reputación.
El hecho de que en su momento se decantase por un legítima opción
ideológica no podía ser en modo alguno un obstáculo para el
reconocimiento de sus méritos y, en función de ellos, otorgarle el
beneficio de la duda. Después de varias semanas como administradora de
RTVE –con poderes amplísimos- puede sostenerse que Rosa María Mateo ha
demostrado dos cualidades. De una parte, una gran discreción y, de otra, una notable y certera resolución.
Mateo, tras un sobrio discurso en su toma de posesión en el Congreso
de los Diputados en el que propugnó una radio y televisión públicas “plurales e independientes”,
no ha hecho una sola declaración, no ha concedido una entrevista a
ningún medio, no ha aparecido en ningún programa de TVE o de RNE, ni ha
escrito un artículo. Una discreción que demostraría que sabe de qué va
su misión: gestionar temporalmente una muy complicada situación interna en RTVE eludiendo cualquier protagonismo.
Al
tiempo, Mateo ha sido resolutiva. RTVE necesitaba cambios perentorios.
Sus profesionales se encontraban en un estado de ánimo desolador, abandonados por las instituciones,
sin aprecio por su labor y sin percibir en la clase política el valor
democrático, institucional y vertebrador de la radio y la televisión
públicas. De ahí que necesitasen una persona que, como Rosa María Mateo,
comprendiese la gravedad de la tesitura. Los "viernes en negro"
en TVE eran el síntoma de una protesta constante y abierta que, además,
como en otros sectores, protagonizaron especialmente las profesionales
de la televisión.
La administradora única ha sabido conectar rápidamente con esa
pulsión y ha tomado las medidas esperadas: nombramientos que devolviesen
a los trabajadores la autoestima y renovasen un funcionamiento que
estaba viciado por las muchas interferencias políticas
que han venido denunciando los Consejos de Informativos que son órganos
de colaboración previstos en la ley de 2006 y cuya misión consiste,
además, en velar por la independencia, la veracidad y la pluralidad de
la información en la RTVE.
Es una circunstancia muy notable que los nuevos responsables de los servicios informativos de TVE (Begoña Alegría) y de RNE (Raúl Heitzmann)
hayan sido ratificados por el 85% y el 75%, respectivamente, de los
votos de los miembros de las dos redacciones. Cualquier comparación es
odiosa, pero habría que remitirse a las anteriores votaciones (no
vinculantes) para comprobar la buena acogida a los designados, ambos
profesionales de largo y experimentado recorrido en el ente público.
Rosa María Mateo ha nombrado a una nueva directora de RNE (Paloma Zuriaga), a una nueva secretaria general (Elena Sánchez), a una nueva directora de comunicación (María Escario)
y, entre otras designaciones muy significativas, ha recuperado a un
hombre comprometido con el servicio público de brillante historial como Fran Llorente
para un cargo de nueva creación: director de proyectos y estrategias.
Llorente es, seguramente, uno de los profesionales de RTVE más
prestigiosos y respetados.
Además, Mateo ha encomendado labores
estelares a otros dos periodistas que fueron arbitrariamente enviados a
la periferia informativa: Íñigo Alfonso –que pese a su
juventud tiene acreditada una extraordinaria capacidad en periodos
anteriores- conducirá la parte informativa de 'Las mañanas de RNE' y Xabier Fortes –otro periodista de referencia en el ente- dirigirá y presentará 'Los desayunos de TVE'.
Rosa María Mateo ha culminado con el restablecimiento de la
normalidad profesional la tarea provisional que como administradora
única tenía encomendada en el decreto ley del pasado mes de junio. Las
personas designadas no necesariamente empañan la gestión de las
anteriores, pero suponen un giro importante en RTVE porque son reconocidas por sus compañeros y avaladas por su trayectoria
anterior como competentes y comprometidas con el carácter público de la
radio y la televisión en un momento político, social e institucional en
el que los medios de comunicación de titularidad estatal disponen de
una especial capacidad de vertebración y cohesión en torno a los valores
constitucionales más relevantes.
Quien hable de “purga” o de
sectarismo en estas designaciones, no conoce lo que estaba pasando en
RTVE española, ni tampoco a los nuevos cargos designados. Esperemos que
el consejo y el presidente/a definitivos del ente público sepan mantener
las buenas decisiones de una Rosa María Mateo que, sin necesidad vital,
ni profesional, ni de notoriedad, ha asumido una función temporal que está desempeñando con rigor.
(*) Periodista y ex director de Abc
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