El fundamento político, moral y jurídico
de la moción de censura del PSOE es incuestionable. Tiempo habrá de
debatir por qué es tan tardía pero, de momento, es incuestionable. La
cuchilla ha caído con la sentencia del caso Gürtel sobre la caja B del
PP.
En estas condiciones, obviamente, solo cabe la dimisión del gobierno
y convocatoria de elecciones o moción de censura. Será moción de
censura porque el gobierno no sabe qué sea eso de dimitir. Lo que está
por ver es que la moción triunfe. Insisto, el fundamento moral es
incuestionable, como el PSOE se encarga de recalcar. Un gobierno y un partido corruptos deben ser sustituidos por otros que no lo sean.
Es
tan incuestionable la motivación que ni el gobierno la niega, sino que
ataca la propuesta moción de censura por la vía de la traición a España,
la Antiespaña, pues supone que habrá de ser apoyada con los votos de
todo tipo de separatistas pues los 85 del PSOE no son bastantes.
El
fundamento moral incuestionable, en efecto, ha de ajustarse a las
exigencias de los cálculos numéricos de apoyo que obedecen a muy
diversos intereses. En principio, la moción cuenta con 156 votos (85 de
PSOE y 71 de Podemos). Para llegar a los 176 necesarios pueden seguirse
varias vías. Una es la que el PP tacha de "Antiespaña", 156 más 17
indepes catalanes, 2 de Bildu y 5 de PNV, resultado 180. Pero el propio
Sánchez se ha comprometido a no contar con el apoyo de los indepes
(ignoro si, incluso, a rechazarlo, como le exigirán sus barones), con lo
que la vía está ciega.
Podría
sustituirse con una opción "nacional", sumando los 32 votos de C's a
los 176 originarios, con un resultado de cómoda mayoría absoluta de 208
escaños. Esta combinación resulta sarcástica porque es exactamente la
misma contra la que votó Podemos en aquel aciago diciembre de 2015 en
que, por el señuelo del sorpasso, se dejó a la derecha el
gobierno tres años más en los cuales ha destrozado literalmente el país.
Quieren los hados ahora que, para mantener la lógica de la negativa de
2015, Podemos deba rechazar la alianza con C's en la moción de censura.
Aun
salvando el escollo de la mutua animadversión entre C's y Podemos,
Sánchez tiene que sacar adelante su propuesta entre exigencias incluso
contradictorias. C's insiste en un gobierno "instrumental" encargado de
convocar elecciones, cosa que nadie más quiere pero puede ser excusa
suficiente para retirar el apoyo a la moción.
El PNV, incluso,
condiciona el suyo justo a lo contrario que C's: a la renuncia a
convocar elecciones. Hasta los indepes, con los que Sánchez no quiere
contar porque los barones no le dejan, le ofrecen su apoyo, si bien
sometido a una condición: que el propio Sánchez apoye a su vez a los
presos políticos. Algo inimaginable.
A
estas alturas la moción de censura resuena como la voz del Bautista en
el desierto, pero serán los cálculos de la Corte los que propicien el
resultado.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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