El equipo de gobierno del ayuntamiento de Barcelona ha puesto encima de la mesa el debate sobre el tranvía y
su proyecto de enlazar la plaça de Francesc Macià con la de Glòries. Y
lo ha hecho de malas maneras: filtrando como propia del consistorio una
encuesta sobre el tranvía que, al parecer, había sido encargada por la empresa Tram,
que sería la que lo explotaría.
Reconozco que no es un debate sencillo
ya que posicionarse en contra puede transmitir la impresión de que uno
renuncia al impulso de la conexión terrestre entre dos extremos de la ciudad, que, además, mejoraría la comunicación entre Barcelona y ocho ciudades metropolitanas:
L'Hospitalet, Esplugues, Cornellà, Sant Joan Despí, Sant Just Desvern,
Sant Feliu, Sant Adrià del Besòs y Badalona.
Aún así, y a riesgo de ser
impopular, creo que es una obra innecesaria en estos momentos, está mal
planteada en la solución entre los intereses públicos y los privados y,
sobre todo, es una cortina de humo que impide abordar el verdadero
problema que los barceloneses deberían debatir en los próximos meses:
¿se puede seguir confiando en un gobierno municipal que ha paralizado
Barcelona y que no ha resuelto ninguna de las asignaturas pendientes que
había cuando se hizo cargo de ella en 2015?
Entiendo que, hábilmente, la ausencia de un relato de ciudad quiera
ser suplida con un debate sobre un tema de futuro. Una estrategia
empleada también con la multiconsulta. A poco más de un año de las
elecciones debería haber un cierto consenso para debatir sobre temas
reales de ciudad, si se han cumplido los programas electorales y si ha
habido mejoría, inacción o empeoramiento. No son los únicos, pero
podríamos empezar por tres: vivienda, turismo e infraestructuras.
La alcaldesa Ada Colau
prometió en campaña construir 4.000 viviendas públicas de alquiler y al
final de su mandato -en mayo del 2019- difícilmente se habrá llegado a
una cuarta parte. En estos momentos, casi tres años después, se supera
mínimamente el 12% de su compromiso. Por otro lado, cada día se ordenan una veintena de desahucios en
la capital, la gran mayoría de alquiler. No parece que sea una gestión
de éxito y la preocupación de los barceloneses ha ido en aumento ante la
falta de soluciones.
El turismo, después de mucha demagogia sobre la construcción
de hoteles en el centro de la ciudad, sigue creciendo y, en cambio,
bajando el gasto por visitante. Debería preocupar y mucho ya que el
éxito debe ser gestionado y no puede ser a trompicones de congresos como
el del Mobile. Hay que permitir la construcción de hoteles que tengan un retorno positivo para
la ciudad y para los barceloneses. El turismo no es malo de por sí y
que una parte del PIB esté vinculada a ello ni debe preocuparnos en
exceso ni debe hacernos rasgar las vestiduras. En este terreno se puede
hacer mucho más. Sobre todo porque lo único que se ha hecho es
gesticulación y demagogia.
Finalmente, las infraestructuras. Aquí el debate sobre el tranvía y su conexión metropolitana sería pertinente. Pero no antes de resolver Glòries,
la estación de la Sagrera o la finalización de las líneas 9 y 10 del
metro. Los tres casos son problemas reales y mucho más urgentes que la
conexión del tranvía aunque solo sea porque se arrastran desde mucho
tiempo atrás. ¿Se ha hecho lo suficiente por parte del Ayuntamiento?
Mucho me temo que no. Por ello se huye de este debate. Del tranvía, si
acaso, ya hablaremos en el futuro cuando se haya hecho algo más que
discursos.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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