La política catalana parece un bazar de situaciones carcelarias. Al principio era una historia al estilo del Pellico de Mis prisiones.
Los indepes catalanes son los carbonarios italianos, como la España de
hoy es la Austria invasora de entonces. Tienen la ventaja frente al
italiano de que ya vienen convertidos al cristianismo.
Pero
la situación se ha complicado mucho recientemente. En este momento hay
tres presos más en Estremera, dos presas en Alcalá Meco y los habituales
de Soto del Real. A la población penitenciaria se suma ahora Puigdemont
en Alemania y Marta Rovira a la exiliada. Es un mundo carcelario de
varios niveles e intrincadas comunicacions. Del heroico Pellico pasamos
al tortuoso Piranesi de las cárceles imaginarias. A ver cómo consiguen coordinarse todos los núcleos dispersos y en tan disímiles condiciones.
Las
dos mujeres de Alcalá-Meco reclaman con justicia ser tenidas en cuenta
en cualquier proceso decisorio o deliberante. Subrayan que la posición
subalterna femenina se intensifica en el universo carcelario.
Corresponde, pues, estudiar de cerca las condiciones en que se
encuentran las dos presas políticas y qué trato reciben en todos los
órdenes, régimen interno, ejercicio de derechos, etc.
En estremera se concentra el mayor núcleo de dirigentes a los que se supone más proclives a soluciones fabianas.
Básicamente ERC. El añadido reciente de otras formaciones, incidirá en
la tendencia -supuesto que exista- pero será más adelante. Sin duda, es
el flanco que el unionismo más castiga. El País, por ejemplo, se inventa una de sus "noticias" con el titular de la inenarrable de Puigdemont pide unidad al soberanismo.
Es una curiosa metáfora de la política española actual. A falta de imagen con que ilustrar esa generosa oferta dels comuns,
en la que trae el diario vemos a Domènech, Turull, Rovira, Rull y
Artadi. De ellos, los únicos en libertad hoy son Domènech y Artadi. Los
demás han sido sustituidos por lazos amarillos y un billete de avión a
Ginebra.
Domènech con el dedo congelado, estará a la espera de
interlocutor para esa oferta, supuesto que sea suya y no de la minerva
de El País. Entre otras cosas porque Comuns y ERC no llegan ni de lejos a mayoría simple (40). Necesitarían al PSC (57). Y más a la derecha no es fácil ver a ERC.
Desde
Alemania, el mensaje de Puigdemont es nítido. Unidad y advertencia de
que la privación de libertad puede prolongarse. Lo primero es una
admonición; lo segundo, una constatación. La unidad es la sola garantía
de triunfo del proyecto independentista. No es en absoluto previsible ni
verosímil que se rompa.
Y
junto a la unidad, la proyección exterior. La justicia belga ha dejado
en libertad a los consellers refugiados en Bruselas. En Ginebra cuentan
ya con dos posibles apoyos para una oficina exterior de la República a
la que podrían añadirse representantes de JxC y PDeCat.
Esta podría
coordinarse con la de Bruselas, de forma que la internacionalización
perfectamente legal del proceso seguiría su curso sin verse afectado por
la prolongación del cautiverio de Puigdemont.
Una
última consideración. La internacionalización del conflicto
España/Cataluña está en fase aguda, con la justicia alemana involucrada
en el asunto como lo están siendo la belga, la finlandesa, la suiza y la
danesa. Y va extendiéndose la opinión pública de que se trata de una
persecución política del independentismo disfrazada de judicial.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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