Acabo de leer un tuit que dice: "España debe de ser el único Estado del
mundo que teme y se prepara para la eventual invasión de un solo
hombre".
Me descubro ante la concisión, la exactitud lacónicas y el
alcance de la expresión. Sí señor, el único país del mundo que blinda
sus fronteras por tierra, mar y aire, los maleteros de los coches de los
ciudadanos y las alcantarillas y desagües de una ciudad a un coste del
que nos enteraremos cuando al ministro al frente de este disparate le dé
por informar al Congreso, depositario de la soberanía del pueblo
español; dicen. Un país que, en contra del juicio de Pío Baroja sobre
los españoles, no tiene sentido del ridículo.
Finalmente, el Supremo ha zanjado la cuestión: se echará el guante a Puigdemont tan pronto aparezca en un maletero o disfrazado de alegre ejecutivo y, una vez detenido, no se le permitirá asistir a su propia investidura que es como impedir que el triunfador recoja su premio.
Finalmente, el Supremo ha zanjado la cuestión: se echará el guante a Puigdemont tan pronto aparezca en un maletero o disfrazado de alegre ejecutivo y, una vez detenido, no se le permitirá asistir a su propia investidura que es como impedir que el triunfador recoja su premio.
Incidentalmente, los lectores entreverán
el motivo por el que el juez Llarena no permite a los otros diputados
electos acudir al Parlament. Si lo hiciera, no tendría luego
argumentos para negar la asistencia a Puigdemont, que es de lo que se
trata, pues es lo que quiere el gobierno. Junqueras y Sánchez son
víctimas de una medida represiva (y no justificada razonablemente) que
va dirigida contra Puigdemont, el hombre solo que tiene al país en
estado de guerra y zafarrancho d combate.
Porque
no es un hombre solo. Son más de dos millones de ciudadanos que votaron
a su favor. Posiblemente muchos más porque también estarán quienes no
votaron a su favor pero no están dispuestos a admitir que se tuerza la
voluntad democrática de la mayoría, aunque no sea la suya.
Pero el subtítulo de la noticia, todas las puertas legales para que el "expresident" se presente a la investidura quedan cerradas, parece
taxativo. Parece. Lo de "legales" puede quedar para otro momento. Lo de
"cerradas" (y todas) parece incontestable. Parece, siempre parece.
Porque contestación, habrá. Se me ocurren dos, las más evidentes, lo
cual no supone ignorar que el Parlament, en uso de sus competencias, adopte alguna otra mejor. Las que me parecen obvias:
1ª.-
El reto de burla burlando que ha traído Puigdemont hasta la fecha acaba
hoy. El Estado, tiene movilizados en su búsqueda incontables efectivos
de toda clase, incluido el equipo de hombres-rana. La experiencia del
éxito de la confiscación de urnas permite pensar que la operación
concluya en el momento en que Puigdemont se materialice en el Parlament en forma de deus ex machina. ¿Qué hará entonces el gobierno? Antes de responder, atención a la segunda contestación.
2ª.- Hartos los diputados de esperar el deus ex machina y
convencidos de que no habrá investidura presencial por razón de fuerza
mayor (o sea, sin razón), deciden proceder por vía telemática. ¿Qué hará
entonces el gobierno?
No, no es un hombre solo ni todas las puertas están cerradas.
"Oiga,
sí," razona el B155, "el TC ha declarado ilegal la telemática (y, de
paso, la delegación del voto) y el TS ha dicho que Puigdemont detenido
significa Puigdemont ausente".
"Desde
luego", responde el sentido común, "quienes dan esas contestaciones ya
saben que lo hacen en contra de sendas prohibiciones que, por diversos
motivos, consideran injustas, entre ellos el que carecen de motivo. Por
lo tanto, contéstese la pregunta: ¿que hará el gobierno en ambos casos?"
No
era incontestable la "cerrada". Tenía contestación y
requetecontestación. ¿Que hará el gobierno? ¿Volverá a recurrir la
investidura telemática pidiendo al TC que decida del fondo del asunto
que no existe porque no hay asunto al ser la investidura telemática
factible y legal? Ni con los jueces puede el gobierno ilegalizar lo que
no le gusta políticamente.
En
realidad, la tentación del gobierno, sobre todo de este gobierno cuya
capacidad para no entender nada es fabulosa, será dejarse de jueces,
esgrimir el 155, paralizar el Parlament, si no intervenirlo a través de la fuerza pública.
Lo
interesante será ver cómo se lo explican a los socios europeos. Cómo
les hacen ver la justicia de una situación en la que alguien a 1.000
kilómetros de distancia con mayoría absoluta de 70 diputados en la
cámara no puede gobernar Catalunya, pero sí puede, a través del 155 a
600 kilómetros un gobierno de un partido que tiene cuatro diputados en
el Parlament y un alcalde en todo el territorio.
No es un hombre solo. Es un país.
Muchas gracias a quienes ayer se
acercaron al Teatro Principal de Lleida a la charla sobre la República
Catalana. Hubo un lleno absoluto, con 800 asistentes. Patio y platea
ofrecían el aspecto de la foto. Refleja el gran interés del momento en
que vivimos y que modestamente traté de comentar en la xerrada. Un gran
encuentro. Gentes de Ómnium, ANC, Ateneu, Súmate: muchas gracias.
Igualmente a la TV local, que vino a grabar unas palabras, así como a
los de TV3.
Más
tarde, el acto musical de la Paeria en homenaje a los presos políticos
fue espectacular. Había pedido a los organizadores que me eximieran de
cantar porque no se me da nada bien. Pero luego me encontré con que
entonaban Yellow Submarine con la letra adecuada a la situación.
¡Si seré bobo! ¿Cómo no se me había ocurrido la sociación de ideas? Es
una forma de sinestesia entre el arte y la política.
Y ¿cómo no va a
cantar uno que viene de los años sesenta una canción de los Beatles?
Sería como decirnos que renunciáramos a nuestro orígenes. Lamento mucho
que quedara tanta gente sin la foto esa de selfie o de selfie con ayuda externa, pero era eso o perdíamos el tren, el último tren a Madrid.
Volveremos con más tiempo y más relajados
Donec Perficiam
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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