MADRID.- "Ciudadanos ha apretado demasiado contra el PP y no era necesario". Este
es uno de los muchos comentarios que se escuchaban ayer en boca de los
dirigentes del PP, en la víspera del 21-D. El reproche no es tanto para
la candidata de ese partido, Inés Arrimadas, sino para su presidente,
Albert Rivera. La búsqueda del voto útil a su favor, en detrimento del
PP, aunque también del PSOE, ha discurrido sin el menor miramiento hacia
los partidos constitucionalistas, sostienen los populares, publica hoy El País.
Así lo ha sentido el PP desde el comienzo de la campaña pero
con la máxima crudeza al escuchar al líder de Ciudadanos, Albert
Rivera, proclamar que "votar al PP es tirar el voto a la basura". Los
populares constataron por estudios demoscópicos propios y ajenos que la campaña de su adversario calaba, de manera que la estimación de escaños para la candidatura de Xavier García Albiol mermaba día a día.
La reacción se produjo el pasado jueves al tomar la
dirección nacional del PP las riendas de la campaña catalana para frenar
el trasvase de votos a Ciudadanos. No quedó rincón en Tarragona, Lleida
y Gerona en el que no llegara la publicidad del PP, además de la
campaña de vídeos dirigida a sus otrora votantes.
Se trataba de convencer de que votar al PP no es tirar la
papeleta a la basura ya que, según sostienen los populares, los últimos
escaños que ellos pierdan no irán a la bolsa de Ciudadanos sino a las de
los partidos independentistas. Al mismo tiempo, el presidente del PP
y del Gobierno, Mariano Rajoy, añadía algunos actos más de los
previstos en su campaña catalana. Los ministros del gobierno han estado
también muy presentes en Cataluña, a sabiendas de que estas elecciones
son de una extremada importancia y se realizan en condiciones
excepcionales. También sus consecuencias serán diferentes a las de
cualquier otra. Si Ciudadanos las gana alcanzará una proyección nacional
de la que ahora carecía.
Corresponsabilidad
"La reacción del partido y del presidente será de
satisfacción y de atribución de corresponsabilidad en la victoria del
constitucionalismo", apuntan en la cúpula del PP como anticipo de su
reacción en las próximas horas. Rajoy exhibirá que ha habido elecciones
porque él las convocó; él disolvió el Parlamento de Cataluña; él cesó al
Gobierno de esa comunidad y, por supuesto, aplicó el artículo 155 de la
Constitución (con el apoyo del PSOE y Ciudadanos) para reponer el orden
constitucional.
Todo apunta, sin embargo, a que el beneficiario será
Ciudadanos; y no solo en Cataluña, sino que su imagen se agrandará por
todos los rincones de España, según temor y previsión del PP. Este pesar
va aparejado a la absoluta necesidad de aparecer como el más fiel
aliado de Ciudadanos. Las expectativas de victoria de Ciudadanos son
altas pero también las de los independentistas.
Fuentes del PP reconocen lo envidiable del previsible resultado del partido de Albert Rivera, aunque la posibilidad de que Inés Arrimadas sea la próxima presidenta de la Generalitat
la ven muy alejada. "Si Ciudadanos gobernara una comunidad autónoma, y
nada menos que Cataluña, pasaría a la primera división de la política",
describen en el PP.
Aunque no sea así, está garantizado que Ciudadanos tras
estas elecciones disputará al PP la supremacía del centroderecha en
España, concluyen los populares. El único alivio lo encuentran en que
quedan casi diecinueve meses para las elecciones municipales y
autonómicas y dos años para las generales. De inmediato empezarán a
tratar de cerrar el camino a su empoderado adversario.
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