Las macrogranjas de
cerdos generan uno de los mayores impactos medioambientales en el
territorio que ocupan y suponen una grave amenaza para la salud de sus
habitantes. Por ello, ante el vertiginoso aumento de proyectos de
instalación que se está dando en España, son cada vez más las
plataformas de vecinos que surgen en contra.
Aragón,
Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía,
Extremadura. Los proyectos de estas megainstalaciones de cría intensiva
se extienden por todo el territorio nacional como consecuencia de la
llamada “burbuja del cerdo”, provocada por el aumento de nuestras
exportaciones de carne de cerdo y sus derivados hacia países como China,
Estados Unidos, México o Brasil, donde se ha disparado la demanda.
Sin embargo, muchos expertos alertan sobre la enorme
fluctuación de este mercado y las consecuencias que podría tener
aumentar nuestra cabaña porcina si empieza a frenar la demanda, como
empieza a ocurrir en el mercado asiático.
Hace unos
años tuve ocasión de realizar un reportaje de televisión sobre el grave
problema ambiental y de salud pública ocasionado por el vertido de
purines (deyecciones ganaderas) procedentes de las granjas de cerdos
catalanas. En algunos municipios a los que fuimos a gravar, como Roda de
Ter, Gurb o Taradell, todos ellos en la comarca de Osona, una de las
más afectadas, la mayoría de sus fuentes estaban clausuradas y los
vecinos nos manifestaron que no podían beber ni cocinar con el agua del
grifo. Una situación que se mantiene desde entonces.
En esta comarca catalana, con 150.000 habitantes y una cabaña porcina de
más de un millón de ejemplares, se obtiene el 15% de la carne de cerdo
de toda Catalunya, que a su vez produce el 42% del total estatal. Por
contra sus suelos presentan la mayor contaminación por nitratos de toda
Europa y las aguas están contaminadas.
El límite de
nitratos marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que
el agua sea considerada potable es de 50 mg/l. En Osona, la media de
concentración ronda los 65 miligramos por litro (mg/l) con puntos donde
se superan los 350 mg/l. Solo hay que bajar la ventanilla del coche al
circular por la comarca para comprobar la gravedad de la situación: el
aire mismo huele a purín.
El Defensor del Pueblo de
Cataluña (Síndic de Greuges) reconocía hace unos meses que el vertido de
purines ha causado un grave perjuicio al medio ambiente y está
afectando de manera directa a las aguas de abastecimiento urbano, lo que
supone un grave riesgo para la salud de las personas. Por ello
solicitaba al Parlament que prohibiese la construcción de más granjas
porcinas y obligase a las actuales a costear las labores de recuperación
de los acuíferos y descontaminación de los suelos afectados. No ha
ocurrido ni una cosa ni la otra.
Grifos prohibidos,
fuentes clausuradas, ríos contaminados, campos infectados, gentes que
enferman. La situación en la que se encuentra esta bellísima comarca
catalana, situada en una fértil planicie entre las serranías litorales y
el Pirineo, debe servir de aviso a navegantes.
Cuidado con las consecuencias de las macrogranjas de cerdos. Estamos
hablando de instalaciones de hasta 20.000 cerdos de engorde eso
multiplica hasta por diez a las mayores explotaciones actualmente en
funcionamiento. Esto no es ganadería: esto son fábricas de carne de
cerdo. Unos equipamientos industriales tan insostenibles en lo ambiental
como injustificables en lo moral por el maltrato que sufren sus
aprisionados inquilinos.
Las promesas de empleo y
dinamización de la economía local con las que los promotores de las
macrogranjas están asaltando los ayuntamientos de media España son un
engaño. Por suerte la presión social está echándolos a gorrazos de sus
tierras, como ha ocurrido en Montealegre del Castillo (Albacete) o en
Villafáfila (Zamora).
Pero conviene estar alerta y no
dejarse embaucar pues van a seguir de gira. Allí donde exista la
amenaza del despoblamiento rural acudirán con sus falsas promesas.
Porque no nos dejemos engañar: ni plan de futuro para la comarca, ni
desarrollo sostenible del territorio, ni ejemplo de economía circular.
Las macrogranjas nos empujan hacia atrás, hacia el peor de los modelos
productivos: son cerdos para hoy y hambre y sed para mañana.
(*) Divulgador ambiental y escritor
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