Los votos que obtuvo Francisco Lucas en el primer choque de las
primarias (544) se han repartido en la segunda vuelta a partes iguales
entre Diego Conesa y María González, menos dos agrupaciones que no han
entrado en esa cuenta. 220 votos de diferencia (la mitad de los
obtenidos por Lucas) han dado la victoria al primero, y casi que podrían
identificarse uno a uno.
La clave se concentra en dos agrupaciones: Los
Alcázares y El Raal. En la primera se había dictado el stop a María
González y a todo lo que tuviera que ver con el tovarismo. Disfrazado o
no con otros argumentos, los rescoldos del caso Ninette, cuando el PSOE
que entonces dirigía Pedro Saura exigió responsabilidades políticas al
alcalde Juan Escudero, imputado en la trama, han devuelto las brasas.
En
cuanto a El Raal, la explicación es mucho más próxima en el tiempo. El
castigo a María González ha venido a causa de Roberto García, uno de los
apoyos principales de ésta, y hasta entonces líder de la ´corriente´ en
que también se integraba Lucas. El hecho de que éste lo haya
´suplantado´ para encabezar la ´tercera vía´ parece haber irritado tanto
a García que sus comentarios sobre su anterior colega han creado un
malestar inaplacable en esa agrupación, que ha volcado sus votos en la
candidatura contraria a la apoyada por el exalcalde de Beniel.
A
la vista del determinismo de estos resultados no habría hecho falta que
el secretario federal de Organización, José Luis Ábalos, citara el
pasado jueves en Ferraz a Lucas para pedirle que se decantara por
Conesa. Sólo con la persistencia de Los Alcázares contra María González,
el triunfo del alhameño estaba prácticamente cantado.
Véase,
pues, que el PSRM, se le dé las vueltas que se le quiera dar, responde
siempre, al menos en las cuestiones orgánicas de su ámbito, a una total
previsibilidad. Basta examinar los resultados por agrupaciones; en cada
una de ellas se puede detectar una explicación de pasado o presente para
entender la lectura de la respectiva mayoría, sistemáticamente dirigida
en apoyo de una misma tendencia o, a veces más simplemente, contra
otra. En cualquier caso, aquí no se ha dado la disolución de consignas
que se produjo en las primarias nacionales.
En ese contexto, el
triunfador de las primarias, Diego Conesa, debe andarse con cuidado y no
creerse demasiado su propio discurso, aparentemente inocente, acerca de
´las bases del cambio´, ´la militancia ha hablado´ (el 47% también es
militancia parlante) y esas cosas, porque en el PSOE no ha cambiado lo
esencial de base, a no ser para mal, pues ahora la oposición interna se
acerca al 50% cuando lo habitual es que se quedara, como mucho, en el
30%.
Dependerá de la capacidad de integración de Conesa y de la voluntad
de María González que se establezca un modelo satisfactorio para todos,
más o menos transitorio, que evidentemente no podrá ser unilateral.
González no puede, como tampoco podría haber hecho Conesa en caso de
haber resultado perdedor, dejar huérfana de liderazgo a ´su gente´ como
hizo Susana Díaz con ´la suya´ al replegarse a Andalucía y dejar a
quienes la apoyaron a su suerte.
Hay obligaciones del líder para quienes
lo apoyan, y la habilidad del ganador consiste en disipar la fuerza que
queda en la oposición con gestos que resulten efectivos. No se olvide
que para elegir al candidato a la presidencia de la Comunidad autónoma
también se habrá de proceder a un proceso de primarias, de modo que el
test sobre la capacidad y la voluntad de Conesa no tendrá espera.
Conesa
es un buen tipo, un hombre que transmite confianza a primera vista.
Pero ingenuo no es ni falta que le hace. Ha sabido, sobre su discurso
buenista, organizar estrategias en clave orgánica como si se tratara de
un veterano en estas lides. Quienes lo conocen bien aseguran que su
espíritu es el del ´hombre hecho a sí mismo´ sobrepuesto a las
circunstancias de su infancia y que se sacó a pulso su carrera, su
empresa y, en la vida política, la alcaldía de Alhama, donde pidió el
voto, dicen, literalmente puerta a puerta.
Ese empeño es el que le hace
imitar a Pedro Sánchez cuando asegura que para liderar el PSOE murciano
se echó a la carretera con su propio coche para hablarles a los
militantes mirándoles a los ojos (una expresión algo cursi, pues los
colectivos no tienen ojos). A la hora de hablar públicamente de sus
propias virtudes ha creado un perfil que ha intentado sutilmente que
pareciera el contrapunto preciso a su competidora, María González, a
quien finalmente se le ha hecho insoportable la carga negativa de la
gestión del secretario general saliente, su padre, justo cuando ella
parece estar en el mejor estado de madurez política.
De momento,
hay algo obvio. Conesa ha ganado las primarias con un discurso para el
interior de su partido, a fin de cuentas, donde estaban sus electores.
Pero no sabemos absolutamente nada, o casi nada, de lo que piensa sobre
las cuestiones externas. El hombre blanco, como el sempiterno color de
su camisa. Seremos todo oídos.
(*) Columnista
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