Si el tiempo
no lo impide y la autoridad lo permite, como decían los carteles de las
corridas de toros, un miura de mucho cuidado va a ser elegido presidente
de EEUU este próximo lunes. De los 538 miembros del Colegio Electoral,
está previsto que 306 voten por Donald Trump. Sólo le hacen falta 270,
así que anda sobrado de defensas, también como en las crónicas taurinas.
Hillary Clinton puede quedarse en 232.
Puede,
porque a estas horas en toda la prensa norteamericana se hacen
cábalas sobre lo que podría pasar hipotéticamente. Sería algo
único en la historia del país y no se espera que ocurra un vuelco,
pero hay varios movimientos para rejonear a Trump.
Uno: un
elector republicano compromisario por Texas, Christopher Suprun,
es el único de los 538 que ha declarado abiertamente que no votará
por el presidente electo porque ‘no está capacitado para el
cargo’. Lo argumenta con solidez endiablada: ‘Hace 15 años juré
defender mi país y la Constitución de sus enemigos de dentro y de
fuera. El 19 de diciembre lo haré de nuevo’.
Otro: los llamados
‘electores Hamilton’ se basan en la idea de los Padres Fundadores de
que el Colegio Electoral es mero ‘intermediario’ de los votantes y que
está obligado a no elegir a alguien que no da la talla. Es un
movimiento teóricamente republicano pero en realidad los
compromisarios que han dado el paso son casi todos demócratas.
Decididos a que no salga Trump, para ello están dispuestos a desertar
de Clinton y votar por otro republicano.
Así, la buena noticia
para Trump es que seguramente no habrá 37 compromisarios que
cambien de chaqueta y voten por Hillary en lugar de por él. En teoría
podrían hacerlo: sólo 30 de los estados han aprobado normas que
obligan a los compromisarios a emitir su voto por el candidato que
ha ganado en ese estado. Pero las sanciones si incumplen son
mínimas, como en el caso de los partidos españoles cuando un
diputado no sigue la disciplina de voto. En los otros 20 estados el
compromiso es moral. Y así ha sido casi siempre, excepto en
contadísimos casos.
Pero siempre quedará la duda de si es el
mejor sistema electoral el que lleva a la Casa Blanca a un candidato
que ha perdido, según el cómputo oficial este fin de semana, por 2,9
millones de votos populares. La asignación de compromisarios
estado a estado y el triunfo de Trump en la mayoría de los llamados
13 estados bisagra, donde aventaja a Hillary en 800.000 votos, ha
desembocado en lo que él considera una ‘victoria aplastante’.
Pero
al mismo tiempo, hay malas noticias para Trump, aunque en su mente
hirviente puede agarrarse a ellas como una coartada para sus
proclamas xenófobas: la Oficina del Censo de EEUU acaba de publicar
los últimos datos sobre los apellidos más frecuentes en el país. Se
refieren a 2010, y por la proyección desde 1990 podría
interpretarse que se quedan incluso cortos ahora en 2016.
El
ritmo es el siguiente: en 1990 no había ningún apellido español o
hispano entre los 15 primeros, encabezados por los Smith, Johnson,
Williams, Jones y Brown, por este orden. Diez años más tarde ya
aparecían cuatro apellidos ‘nuevos’: García en el séptimo puesto,
Rodríguez en el octavo, Martínez en el décimo y Hernández en el
decimoquinto.
Otra década más, y en 2010 el empuje hispano
ha añadido otros dos apellidos, además de que García ha escalado a
la sexta plaza. Los otros: Rodríguez (9), Martínez (10), Hernández (11),
López (12) y González (13) que relega a Wilson y Anderson al 14 y 15.
Los apellidados concuerdan con los más frecuentes en España. Según el
INE, los diez más repetidos son: García, González, Rodríguez,
Fernández, López, Martínez, Sánchez, Pérez, Gómez y Martín.
Estos
datos nominales van de la mano de los estadísticos. En un país de
grandes movimientos migratorios, más centrípetos que
centrífugos, la población el pasado Día de la Independencia el 4
de julio tenía 323.913.053 millones de habitantes. Pues este
sábado, cinco meses y medio después, ya son 325,1 millones. Más de
un millón más, a razón de un aumento neto de población de una
persona cada 13 segundos, de acuerdo con el Reloj de la Población de
la misma Oficina del Censo.
¿Cuántos hispanos hay ya y cómo van
aumentando? El total de la población hispana en EEUU es de 56,6
millones, el 17,6% de la población, según datos del pasado mes de
octubre, proclamado Mes de la Herencia Hispana 2016. Se calcula que
para 2060 ya serán 119 millones, un 28,6% del total.
Aumentan,
tanto por nacimientos como por inmigración, a razón de 1,1
millones al año, cifra que representa más o menos la mitad del
aumento total de la población del país. Es decir, cada medio minuto
hay un hispano más según esa tendencia. Otras estimaciones más
conservadoras: cada minuto y cuarto nacería un hispano nuevo y
cada cinco minutos llegaría un inmigrante nuevo.
Este avance
imparable ha conseguido que en las pasadas elecciones se aprobara
en California la Proposición 58, que restauró y amplió la enseñanza
bilingüe en las escuelas, que había sido derogada en 1998. Todo
ello si Trump no lo impide, naturalmente. Ya ha dado muestras
suficientes de que es capaz de cualquier cosa.
(*) Periodista
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