Estamos viviendo la crisis más grave de la Historia recuente de
España y hemos de constatar en semejante y dramática tesitura que
contamos con el peor Gobierno de la Transición.
Y con un presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tan soberbio como
incapaz, que está aprovechando la situación y los consecutivos ‘estados
de alarma’ para un recorte de libertades y los derechos democráticos
mientras un gigantesco aparato de propaganda se encarga de ocultar los
errores y las mentiras del Gobierno.
Un presidente Sánchez que se presenta como el implacable capataz de
la situación y que exige a la Oposición, a la que desprecia y nada
consulta ni comparte con ella, que ‘arrime el hombro’ como si fueran sus
costaleros. Y a la que les va a pedir el quinto ‘estado de alarma’,
otro cheque en blanco que al menos el PP no debería firmar. Y allá lo
que hagan los demás porque no estamos en buenas manos. Ni Sánchez ni
Iglesias son gobernantes de fiar.
Quedó demostrado cuando ambos, a pesar de las primeras y las
terribles informaciones que hablaban de decenas de muertes de ancianos
en las residencias de mayores, fueron incapaces de actuar desde un
Gobierno de izquierdas, con un plan de choque en esas residencias de
terror. Lo que de debió ser la labor del vicepresidente de Asuntos
Sociales, Pablo Iglesias, y de ese desastre incompetente que es el
ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Pero nadie movió un dedo cuando la UME entró en las residencias y
allí se encontraron con cadáveres abandonados en habitaciones
compartidas con otros ancianos enfermos, en un espectáculo de espanto
que el Gobierno obvió, negándose a ofrecer la cifra de muertos y los
detalles de lo que allí y en otras muchas residencias de mayores de
España había ocurrido.
Y todavía tuvieron la desvergüenza de decir que esas residencias
estaban bajo la competencia de las Comunidades Autónomas. Las mismas
CC.AA. a las que el Gobierno los niega el derecho de organizar sus
desescaladas de la crisis, pero a las que nunca se les impuso el
Gobierno para frenar y evitar la hecatombe de los ancianos.
Esos son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y ese drama de los ancianos
que han sido abandonados ante su muerte es sin duda la pieza acusadora
más grave que evidencia el desastre de la gestión de la crisis española y
que, sin duda, explica los retrasos, la imprevisión y las mentiras en
cifras de muertos (son más de 35.000) y de enfermos contagiados (pueden
ser 400.000). Y el caos de la gestión en la compra de material
sanitario y en la ausencia de test masivos al conjunto de la población.
Una ausencia premeditada de test por parte del Gobierno por miedo a
que aflore una nueva oleada de enfermos (ahora les advierten a los
hospitales que preparen más unidades de UCIs), como la que puede ir
aflorando de entre las casas de los todavía ciudadanos confinados. Lo
que explica las mentiras del Gobierno sobre el verdadero número de test
que ha realizado y que ha situado a España en el número 17 del ranking
mundial en este sector y en el número 1 de muertos por habitantes de
cada país.
‘Arrimen el hombro, sean patriotas’ se escucha decir a Sánchez a
Iglesias desde el banco azul del Gobierno al conjunto de la Oposición
donde ya se empieza a notar el cansancio de los partidos frente a la
fallida unilateralidad del Gobierno. El que quiere hacer a todos, en los
‘estados de alarma’ y en la Comisión de reconstrucción, cómplices de
las mentiras, la incapacidad y de los errores del Gobierno y en especial
de su autoritario presidente que es el máximo y principal responsable
de la situación.
(*) Periodista
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