MURCIA.- La Dirección General de Medio Ambiente
que dirige Francisco Marín ha publicado este miércoles la resolución por
la que se formula declaración ambiental estratégica de la 'Estrategia de Gestión Integrada de las Zonas Costeras del Sistema Socio-Ecológico del Mar Menor y su entorno'.
La visión de la estrategia es conseguir que el Mar Menor alcance
y mantenga un buen estado ambiental de manera que los múltiples
servicios que este ecosistema le ofrece al bienestar humano puedan
utilizarse de nuevo de forma equitativa y duradera.
La
acumulación de impactos provocados por diferentes actividades humanas,
sobre todo en los últimos 50 años, y de manera acusada desde el año
2016, ha llevado al ecosistema lagunar y su entorno a una situación que
compromete la continuidad de los servicios que presta al bienestar
humano de residentes y visitantes, según advierte este documento
administrativo.
Entre las causas posibles se apunta la construcción de diques y puertos; de rellenos, dragados, de ensanche de entradas y salidas de agua; la construcción de grandes infraestructuras viales en la cuenca del Campo de Cartagena,
que han provocado la fragmentación del territorio, problemas de
arrastre y erosión, fundamentalmente en los episodios de lluvias
torrenciales, provocando cambios radicales del sistema hídrico y también
menciona los residuos agrarios del Albujón y de otras ramblas y
residuos urbanos.
El turismo y la navegación en el Mar Menor también son citados en el informe, así como la salmuera procedente de las desaladoras, y el material residual de la minería o la intensa urbanización del perímetro lagunar.
Recuerda
que en 2015 se produjo una alteración progresiva y que la pradera de
Caulerpa prolífera cubría más del 80% de los fondos, favoreciendo altos
contenidos en materia orgánica en el sedimento y concentraciones bajas
de oxígeno, pero a mitad de aquel año se experimentó un cambio drástico
en los niveles de eutrofía que supuso el colapso ambiental.
La laguna quedó en un estado de enorme vulnerabilidad por
lo que cualquier presión sobre ella solo podía agravar su situación,
como los fenómenos tormentosos de la segunda mitad de 2015, que
provocaron un arrastre de nutrientes por escorrentía, así como
recientemente la DANA de septiembre de 2019.
Trabajos
realizados con teledetección han mostrado que sólo entre 1988 y 2009 el
regadío de la cuenca pasó de unas 25.150 hectáreas a unas 60.700
hectáreas, indica el informe sobre el estado ecológico de la laguna
aprobado por el comité científico en febrero de 2017.
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