Cobarde el Gobierno, que ante su ineficacia absoluta, que no admite
comparación alguna con la ingente obra de Francisco Franco, movido por
el odio y el rencor acumulado por años de desafiante demagogia, se
vanagloria de desenterrar los restos mortales de una figura histórica,
que descansaba desde hace 44 años en el mayor templo construido para la
reconciliación y el perdón entre españoles, bajo el signo majestuoso de
la Cruz.
Cobarde la Magistratura, que con inhibiciones vergonzantes o
sentencias que dinamitan el más elemental sentido del Derecho y de la
Justicia, se convierten en coautores de una profanación descomunal.
Cobarde la Iglesia, salvada por Francisco Franco del exterminio total
en España, y la gran beneficiada en los años en que era recibido bajo
palio en los templos católicos y se incluía en las preces de la Santa
Misa una petición específica por el Jefe del Estado.
Cobardes los Ejércitos, que abandonan sin escrúpulos y con el más
sobrecogedor de los silencios, al que fuera su Generalísimo en la guerra
y en la paz.
Cobardes los partidos políticos, que sólo
piensan en el resultado de las urnas, no para ponerse al servicio de
España, sino para repartirse cargos y dinero como han demostrado sin
disimulo hasta la saciedad.
Cobarde la máxima jefatura del Estado, actual y emérita, que
permanece escondida tratando de hacer olvidar a quién deben todo cuanto
son y cuanto tienen.
Cobarde el pueblo español, que imbuido de corrección política,
prefiere sumergirse en la indignidad antes que manifestar cualquier
sentimiento de respeto y gratitud.
Tanta y tamaña cobardía ha permitido la infame exhumación del gran
Caudillo de España y su humillante enterramiento impuesto de forma
arbitraria. La monstruosa felonía retrata fielmente la naturaleza del
Régimen político implantado tras su muerte.
Pretenden los cobardes, jaleados por los medios que se nutren en sus
pesebres, enterrar así el triunfo de España sobre el comunismo y, sobre
todo, la colosal obra del Estado Nacional, que tantos beneficios sigue
dando a nuestra nación, a pesar de la labor corrosiva y condenatoria del
sistema actual.
Lo que queda en España de auténticas libertades, de justicia, de
convivencia y de orgullo de ser españoles, se lo debemos en gran parte a
D. Francisco Franco.
Los cobardes, que
profanando la tumba de Franco habéis acabado de destruir las maltrechas
Instituciones básicas del Estado, obtendréis -con todo merecimiento- el
castigo inexorable de la Historia, que os sepultará en el más hediondo y
profundo de los abismos, mucho más abajo de donde se encuentran los
traidores a la Patria.
Españoles, no olvidéis que aceptando la exhumación de un gran
español, habéis renunciado a todos vuestros derechos reales, pues se ha
abierto -a patadas- la puerta de la tiranía más absoluta, aunque se
llame democracia.
General del Ejército
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