Las referencias a la política valenciana han ocupado esta
semana un lugar relevante en los telediarios. No es habitual que eso
ocurra. En los últimos años sólo se hablaba de la Comunidad Valenciana
por la corrupción. Desde Madrid se narraban los casos detectados en
Valencia con un sesgo que ofendió a mucha gente.
La Gürtel surgía de
Madrid y el 3% anidaba en Catalunya, pero los pufos valencianos eran
retratados muchas veces como una corrupción intrínseca, muy fallera y
picaresca.
El fuerte vuelco electoral registrado en la Comunidad
Valenciana en las elecciones locales del 2015 fue resultado de la
indignación ante los escándalos, pero también de un hondo sentimiento de
humillación.
También es habitual que la política valenciana no sea muy
citada cuando se habla de los “barones” del PSOE, ese singular
estamento que en reiteradas ocasiones ejerce funciones de control en las
delicadas cuestiones territoriales. Los vetos y advertencias de los
presidentes socialistas de Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón
suelen tener preferencia sobre las opiniones, habitualmente más
matizadas, de los presidentes socialistas de Valencia y Baleares. Un
barón mediterráneo debe ser menos barón en la España de los vetos.
Esta semana, Valencia ha vuelto al primer plano de la mano de Compromís. La coalición que lidera Mónica Oltra ha dado un apoyo decisivo al lanzamiento de la cápsula electoral de Íñigo Errejón , que tomará el nombre de Más País. La decisión de Compromís (avanzada el pasado sábado por La Vanguardia )
ha extrañado a algunas personas que se habían tomado al pie de la letra
unas declaraciones de Oltra más favorables al entendimiento con Unidas
Podemos. Nadie debería extrañarse.
En la base del Bloc Nacionalista
Valencià, principal socio de Compromís, siempre ha habido reticencias
ante Podemos. La menestralía valenciana no ama mucho el verbo
colectivista. Oltra parecía querer a Podemos, pero en la tierra que vio
nacer a la familia Borgia, en ocasiones, un sí es un no. Pablo Iglesias debería viajar más por España cuando sus obligaciones familiares se lo permitan.
Con casi cinco millones de habitantes y una economía muy
dinámica en la que no todo es turismo y negocios inmobiliarios, la
Comunidad Valenciana ocupa en estos momentos un lugar importante en el
tablero español. Es la principal comunidad gobernada por una coalición
de izquierdas, dato especialmente relevante después de lo que ha
ocurrido estos últimos cinco meses. Es la principal comunidad autónoma
con presidente socialista, tras la importante victoria de las tres
derechas en Andalucía y el estrepitoso fracaso de las tres izquierdas en
Madrid.
La próxima legislatura –si es que algún día hay Gobierno
en España– será muy importante para los valencianos, puesto que deberá
abordarse la reforma del sistema de financiación de las autonomías. La
reclamación de una mejor financiación tiene hoy un amplísimo apoyo en
toda Valencia. El reto es enorme puesto que en la España actual, tras
los votos emitidos en Andalucía y Madrid, el cambio de ese sistema
presentará más dificultades que enviar una misión tripulada a los
confines del sistema solar.
Los valencianos sabrán que, desde mayo, hay más Madrid.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
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