Aunque en política puede pasar de todo, Pedro Sánchez
presentó este martes un documento con 370 propuestas de acuerdo
programático que es, antes que nada, una invitación a que no lo vote
nadie fuera de las filas socialistas por uno u otro motivo. O sea: un
brindis al sol y un gran spot electoral. Hay que reconocer que eso, el
presidente en funciones lo borda.
Porque, veamos: ¿alguien sinceramente
puede creerse que está trabajando por una alianza con Unidas Podemos? ¿O que los partidos independentistas pueden superar como si tal cosa un trágala como el que les ofrece, entregarles sus votos en la investidura a cambio de nada, o peor aún, sabiendo que todo va a seguir igual de mal que hasta la fecha?
A Unidas Podemos les da con la puerta en las narices en su propuesta
innegociable de un gobierno de coalición con dos argumentos: no hay
confianza para materializarlo y serían dos gobiernos en uno. Olvida por
el camino que los electores, al menos el pasado 28-A, así lo quisieron,
al otorgarle un exiguo resultado de 123 escaños de los 350 que tiene la
Cámara.
No es un problema de confianza, como dice Sánchez, sino de
mayorías políticas para poder gobernar tranquilamente. Tú solo le puedes
dar con la puerta en las narices a quien ya sabes que no te interesa
acordar nada con él o bien a quien intuyes que no tendrá más remedio que
ceder. Hoy por hoy, estamos en el primer escenario.
Peor trato recibe el independentismo catalán, sobre
todo porque necesita que uno de los dos partidos, Esquerra o JxCAT, le
acaben votando, ya que si acabara convenciendo a UP no sería suficiente.
Ni habrá referéndum, ni habrá diálogo sobre el referéndum. Muy al final
de todo del documento, en el punto 350 de los 370 que tiene, se dice:
"Nos proponemos avanzar hacia un modelo de estado integrador, en el que
la diversidad, la igualdad y la solidaridad sean valores compatibles.
Un
modelo en el que el gobierno del estado garantice la cohesión desde la
lealtad al ejercicio de las funciones que la Constitución habilita a la
comunidades autónomas; en el que las distintas administraciones
cuenten con una adecuada financiación, actúen con transparencia,
colaboren entre ellas y actúen con lealtad institucional.
En este modelo
no tiene cabida un referéndum de autodeterminación que el TC ha
considerado contrario a la Constitución y que, desde una perspectiva
política, provoca la quiebra de la sociedad". Eso es todo lo que pone
por escrito ante la crisis territorial más grave a la que se ha
enfrentado España desde la aprobación de la Constitución en 1978.
No parece, por tanto, que haya camino a transitar para Unidas Podemos o los partidos independentistas. Tampoco parece que el Partido Popular de Pablo Casado o los Ciudadanos de Albert Rivera
le acaben facilitando los votos que necesita. Pero el presidente en
funciones sigue feliz y contento aunque diga todo lo contrario: está
cada vez más cerca de su objetivo no ocultado nunca y que no es otro que
unas nuevas elecciones el 10 de noviembre que le den una mayoría más holgada para gobernar.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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