MADRID.- Que Vox reclame entrar en gobiernos autonómicos y municipales después de las elecciones del 26 de mayo
cobra más fuerza. Sobre todo, porque cada vez hay más voces de peso que
consideran que ésta tendría que ser la estrategia de la formación de
cara a las negociaciones que se abrirán en las próximas semanas. Aun
así, todo movimiento dependerá de los números, a juicio de El Mundo.
A Vox no le bastaría con
ser decisivo para sumar con otros partidos, considera que deberá
acompañar su condición de imprescindible con una representación
significativa de diputados o concejales con los que poder exigir a los
demás un hueco.
Lo relevante de esta reflexión de fondo es el viraje que ésta supone respecto a lo que sucedió en Andalucía entre diciembre y enero, cuando Vox optó por negociar tan sólo un acuerdo de investidura con el PP, y apoyar desde fuera al Ejecutivo de coalición de populares y C's.
Ahora
todo indica que el escenario sería distinto. Quizá porque la
experiencia de apoyar externamente al Gobierno andaluz esté resultando
especialmente incómoda y tirante para Vox, ya que a menudo se queja de
que se están ignorado las demandas apalabradas. De ahí que en cada
ocasión que puede reitera el mensaje de que por este camino puede haber
un encontronazo en los Presupuestos andaluces.
Santiago Abascal, que ayer acudió al Congreso para la puesta de largo de los 24 diputados de Vox,
evidenció que ahora la puerta está abierta para entrar en los gobiernos
autonómicos y locales, aunque evitó convertirlo en categoría.
«Si el
respaldo [en las elecciones] es pequeño tendrá menos sentido estar en el
Gobierno y si el respaldo es muy grande en algunas instituciones esa
posibilidad crecerá», dijo, consciente de que aún están inmersos en
plena campaña.
Miembros de Vox consideran que «siempre
que te dejen hay que intentar gestionar». Porque es al volante cuando se
consiguen aplicar los cambios con mayor efectividad. El problema para
Vox está en que su voluntad depende, además de los votos, de otro
condicionante clave: la persona o el partido que mande.
Y es que, parece
que con Ciudadanos en lugar del PP todo sería mucho más complicado. El recelo es mutuo y Albert Rivera
sigue tratando de marcar distancias en cuanto puede. Ya pasó en
Andalucía, cuando la formación naranja endosó la negociación
exclusivamente al PP para no salir en la foto. Motivo por el que Vox
tampoco se sentiría cómodo con ellos mandando en un gobierno. Ahí sería
más plausible un apoyo desde fuera.
«Depende de los candidatos de los
otros partidos y qué programas tienen, pero nuestra aspiración es formar
gobierno», reflexionan desde el partido.
Entre
tanto, los 24 diputados de Vox se estrenaron ayer en el Congreso.
Entregaron sus credenciales, se fotografiaron en los leones y hasta dio
tiempo para que Abascal conociera en persona a Pablo Iglesias en un encuentro fortuito en el ascensor.
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