MADRID.- El sector financiero español no da
por cerrado el ajuste de su plantilla y su red de oficinas, tal y como
demuestran los recortes anunciados en los últimos días por el Banco
Santander y CaixaBank, que elevan la cifra de puestos de trabajos
destruidos a casi 95.000 en poco más de una década.
El
Banco Santander inicia justo mañana con los sindicatos la negociación
formal de su nuevo Expediente de Regulación de Empleo (ERE), un proceso
con el que prevé reducir su plantilla en España en 37.000 efectivos y la
red de oficinas en 1.150 sucursales tras la integración del Banco
Popular.
Cuando la crisis financiera empezó a notarse en España,
en 2008, el sector contaba con una plantilla de 270.855 empleados, un
número que se redujo casi un 33 %, hasta 181.999 a cierre de 2018, según
los últimos datos del Banco de España. Esto equivale a una destrucción
de 88.856 empleos en una década.
En ese último dato
se tienen en cuenta los ajustes acometidos sólo el año pasado por el
Banco Santander, los de Bankia tras la fusión con BMN, los de Ibercaja,
los de Liberbank y los de EVO Banco.
Este mismo año,
además, CaixaBank ha anunciado un nuevo ERE que afectará a 2.023
trabajadores, y el Santander acaba de proponer a los sindicatos un nuevo
ajuste con el que prevé prescindir de unos 3.700 empleados en España,
es decir, peligran 5.723 empleos más que se suman a los cerca de 89.000
destruidos hasta finales de 2018.
Teniendo en cuenta
estas últimas cifras, la plantilla del sector financiero quedaría por
debajo de los 176.300 empleos, una reducción superior al 35 % desde el
estallido de la crisis.
El secretario general del
sector financiero de UGT, Roberto Tornamira, lamenta la destrucción de
empleo registrada en los últimos años, que en su opinión "sigue y
seguirá" en un futuro inmediato en el que no descarta más fusiones.
Asimismo,
critica la "irresponsabilidad" de las instituciones públicas ante el
oligopolio bancario que se está fraguando y afea que la banca esté "cada
vez más enfocada al inversor en vez de a las necesidades de la
sociedad", lo que en su opinión lleva a plantearse la necesidad de una
banca pública.
El presidente del sindicato
independiente FINE -que engloba a más de 30.000 empleados-, Luis José
Rodríguez Alfayate, también denuncia que la pérdida de puestos de
trabajo en el sector financiero "es alarmante".
"Tras
la reconversión y la crisis de la última década que han sufrido
drásticamente las plantillas, en la actualidad seguimos inmersos en
procesos de descomposición de entidades que se llevan por delante miles
de puestos de trabajo", añade.
Aún así, a pesar de la
importante reestructuración llevada a cabo en el sector financiero
español, tanto fuera como dentro de España se sigue metiendo presión a
las entidades para que recorten gastos, mejoren su eficiencia y
rentabilidad, y también su solvencia.
La
subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, insistió
recientemente en que en el actual escenario de bajos tipos de interés
las fusiones son una alternativa "clara" para elevar la eficiencia de
las entidades.
Recordó que en los últimos años el
sector ha reducido su estructura operativa de forma muy significativa,
aunque a pesar de ello las entidades españolas continúan presentando
unos niveles "claramente superiores de oficinas bancarias en relación a
la eurozona y a otras economías".
Por ello, dijo, "existiría todavía un cierto potencial de reducción de costes por esta vía".
Teniendo
en cuenta los datos del supervisor, a cierre de 2018 el sector
financiero tenía 26.166 oficinas operativas en España, un 43 % menos que
las 46.065 sucursales con las que contaba en 2008, cifra que seguirá
bajando con el cierre de 1.150 oficinas previsto por el Santander y las
más de 800 planteadas por CaixaBank.
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