Este lunes y sobre todo el martes se vivirá en el Congreso de los
Diputados y también en el Senado una situación insólita en cualquier
democracia que se precie: cuatro diputados y un senador elegidos el
pasado 28 de abril en las listas electorales de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana
abandonarán la prisión de Soto del Real, primero para recoger sus
credenciales como parlamentarios y el martes para desarrollar las
obligaciones para las que fueron escogidos.
Una situación excepcional
consecuencia de un juicio excepcional que se desarrolla en el Tribunal
Supremo y para el que no han valido las sucesivas peticiones de libertad
provisional formuladas por los letrados de Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva y que han sido rechazadas por la Sala Segunda que preside Manuel Marchena.
Mientras todo eso sucede, nadie se pregunta en Madrid cómo puede ser
posible esta situación. Las Cortes vivirán así un dramático baño de
realismo. Presos políticos y parlamentarios se podrán mirar a la cara
después de todas las barbaridades que hemos oído durante la larga
prisión provisional en la que se encuentran y que abandonarán por unas
horas. Una libertad condicional que no respeta ni mucho menos la
voluntad popular de los electores y que coloca, obviamente, al Estado en
una situación incómoda.
Carceleros y presos mirándose a la cara después de que la aprobación
de aquel 155 abriera la caja de Pandora y se iniciara una persecución
sin cuartel contra los dirigentes independentistas y una causa general
sobre todo el movimiento.
Pese a ello, el independentismo sigue ganando
elecciones en Catalunya, como hizo Esquerra Republicana el
pasado 28 de abril y cinco de los presos políticos tienen acta de
parlamentario. Es mucho más fácil quemar horas de debate sobre si Iceta podía o no ser senador autonómico o sobre los nombramientos de Meritxell Batet y Manuel Cruz como
presidentes del Congreso y del Senado que sobre una anomalía
democrática como la de que los presos políticos no hayan quedado en
libertad provisional para ejercer con plenitud todos sus derechos y
desempeñar las funciones para los que han sido elegidos.
Un debate de esta naturaleza abriría, seguro, una luz de esperanza. No la entrada en un furgón policial por el parking
del Congreso y del Senado de los cinco presos políticos desde Soto del
Real. Ese gesto solo muestra la cara de la represión, no la de la
política.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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