Ni más ni menos. Dice El País "la ultraderecha irrumpe en España"
como si viniera del África o de Marte. La que ha entrado en el
Parlamento andaluz, pues en España ha estado siempre, es la ultraderecha
hasta ahora extraparlamentaria. Y ha tenido que hacerle sitio la
ultraderecha parlamentaria del PP porque C's también aumenta. Las tres
formaciones forman una unidad de destino en lo universal.
Por
cierto, cae un mito de los sesudos análisis electorales en las
tertulias, el de que las izquierdas pierden porque la derecha va unida.
En Andalucía han perdido frente a una derecha no ya dividida, sino
fragmentada. Así que la causa no puede ser la unidad de la derecha, que
es un factor mecánico. Hay que ir a contenidos, mensajes , discursos.
Aquí
se da un elemento significativo: la desmesurada referencia a Catalunya
durante la campaña electoral. Es posible que el voto andaluz no haya
sido un voto de derecha, sino nacional español. La abstención
habrá castigado a las izquierdas (hace falta tiempo para estudiar los
resultados) y magnificado el voto del "¡A por ellos!". Son hipótesis. Pero verosímiles.
En Andalucía comienza la reconquista de España, contra
Catalunya. La profecía de Aznar de que antes se rompería Catalunya que
España, además de ser una tontería, ha salido por la culata porque
España ya se ha roto. La línea de fractura pasa por Andalucía en donde
han ganado tres partidos cuyos proyectos expresos incluyen la aplicación
del artículo 155 en Catalunya ya; la supresión de la autonomía sin más;
la ilegalización de las organizaciones independentistas; gobierno
directo desde Madrid, si es necesario por medios militares.
Esa
es la situación en el Sur. Ahora, cuando el presidente Sánchez convoque
elecciones anticipadas, ya sabe lo que le espera. A él y al país.
La
izquierda española tiene motivo de reflexión, aunque es muy dudoso que
lo aproveche. Emperrada en sostener el discurso embellecedor de la
post-transición, camina hacia su desaparición. Las dos formaciones han
perdido apoyo electoral a favor de opciones de derecha o de la
abstención.
Podría pensarse, a título de consolación, que algunos de los
votantes desertores del PSOE se hubieran echado más a la izquierda,
votando a Podemos. Pero esta izquierda también ha perdido votos y
escaños. No han perdido por ser o no ser de izquierdas, sino por no ser
suficientemente nacional-españolas. Y eso tiene muy difícil solución, si
tiene alguna.
No
se ve gran entusiasmo en los partidos de la izquierda con el viento
republicano que sopla por la Península pidiendo un referéndum
monarquía-república. Tampoco un espíritu colectivo de masas. Imagino que
muchas almas prudentes temerán que, si se abre una crisis
constitucional en España, los catalanes aprovecharán para marcharse. Es
posible. Pero también lo es lo contrario, o sea, que los catalanes
aprovechen para marcharse si no hay cambios constitucionales en España.
En
ambos casos, la marcha a la independencia de Catalunya es imparable. El
margen para evitarla dentro de los parámetros del Estado de derecho es
cada vez más pequeño. Las elecciones andaluzas parecen anunciar la
búsqueda de una solución nueva: una dictadura democrática de la mayoría sobre la(s) minoria(s) nacional(es). Algo que seguramente sería el tiro de gracia de la izquierda española.
Lo
vaticinó Companys, según tengo entendido: "todas las causas justas en
el mundo tienen defensores. Catalunya solo nos tiene a nosotros". El
independentismo no puede esperar nada de España y la simpatía que
despierta en el extranjero depende de sus métodos de lucha y, por
supuesto, de sus resultados. Es decir, los indepes solo dependen de sí
mismos. Lo cual es lógico.
La
acción de los Jordis ha suscitado multitud de reacciones y movilizado
más intensamente a la sociedad catalana. Hay conatos de acciones
colectivas por diferentes lugares, declaraciones combativas de líderes
sociales y políticos, como un ambiente de efervescencia.
Se está a la
espera de pronunciamientos específicos y concretos de las presidencias
de la República, la interior y la exterior. Lo dicho, la presentación
del Consell per a la Repùblica el día 8 es buen momento para apuntar
objetivos, sugerir medios y orientar.
El
próximo día 21 será el aniversario de las elecciones que nos han traído
aquí y se celebrará consejo de ministros en Barcelona. He visto un
vídeo de Toni Albà invitando a la peña a ponerse un chaleco amarillo
para salir a la calle ese día.
Es una idea.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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