MADRID.- José Ignacio Goirigolzarri ha recibido esta semana dos noticias procedentes del Gobierno sobre Bankia. Ha sido una de cal y otra de arena. Por una parte, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha asegurado, en una respuesta parlamentaria a Unidos Podemos sobre cuáles son sus planes sobre la entidad financiera controlada por el Estado, que su presidente es un buen gestor y que sus resultados son más que correctos.
Todo un halago procedente de un Ejecutivo que no fue el que le nombró
en mayo de 2012 y con el que hasta la fecha ha tenido una relación más
bien distante, según El Confidencial.
Por otra, el Ministerio de Economía ha ratificado que, por el momento, "no hay urgencia,
a la luz de la cotización en el mercado en este momento, de tomar
ninguna decisión" sobre la privatización. Un mazazo a la petición
recurrente de Goirigolzarri de pedir al Estado que venda cuanto antes —a
ser posible ya— la participación del 61% que aún mantiene en Bankia.
Una presencia en el capital que, a juicio del banquero vasco, lastra
cualquier posibilidad de entrar en el juego de la consolidación del
sector mediante fusiones y adquisiciones.
Para el Gobierno, "queda tiempo" y lo más importante es tomar la buena decisión desde la perspectiva de "maximizar la recuperación de las ayudas para los contribuyentes españoles,
que tiene que ser el objetivo final de actuación del Ministerio de
Economía y Empresa".
Una buena declaración de intenciones que la
ministra del PSOE comparte con su antecesor, del PP (Luis de Guindos),
quien durante los últimos meses de su mandato no se cansó de repetir
que Bankia tenía mucho valor y que con su venta se devolverían los 22.424 millones inyectados en la primavera de hace ya seis años y medio.
La cantidad a devolver es mayor puesto que, tras la integración de Banca Mare Nostrum (BMN), la antigua CajaMurcia, Caixa Penedés, Sa Nostra y Caja Granada,
también hay que meter en la mochila de Goirigolzarri los 1.645 millones
de euros que el Estado prestó a ese engendro de banco para salvar el
honor de varios gobiernos locales. De los 24.069 millones, solo han vuelto a la caja pública 2.863, contabilizados los dividendos.
La declaración del flamante vicepresidente del Banco Central Europeo
(BCE) tiene su justificación porque fue él quien aprobó el rescate, que
ha costado más de 60.000 millones a los españoles, y fue él que se
decantó por Goirigolzarri para sustituir a su amigo Rodrigo Rato.
Sin embargo, este objetivo se presume imposible en el corto, medio y
largo plazo, ya sea con uno u otro partido, dada la situación del
sistema financiero actual, con unos tipos de interés todavía en negativo
debido a la morfina inyectada por el supervisor europeo durante el
último lustro.
Por este motivo, los chicos y chicas de Pablo Iglesias han instado por escrito a Sánchez a que suspenda la privatización de la entidad financiera y la convierta en un banco público para
cuidar a las personas más discriminadas. Un colectivo al que Bankia no
ha cuidado mucho ya con Goirigolzarri al frente y por el que hace unas
semanas fue multada con 8 millones de euros por incumplir el código de buenas prácticas en lo referente a los deudores hipotecarios sin recursos.
Para tranquilidad de Goirigolzarri, los del PSOE no están por la
labor de hacer caso a Unidos-Podemos porque le han aseverado por carta
que comparten la intención del presidente de vender el 61,33% del
capital que aún controla. Pero tampoco tienen ninguna prisa porque desde
el criterio electoral cortoplacista estaría mal visto por sus votantes
enajenar, y encima con fuertes pérdidas, una cosa que es de todos.
Especialmente si se compara con la actuación de otros países, como
Estados Unidos y Holanda, donde se han obtenido hasta plusvalías.
Más aún, han afirmado ya oficialmente que van a solicitar una ampliación del plazo que en su día le dio la Comisión Europea para salir del capital. La fecha limite actual vence el 31 de diciembre de 2019,
apenas dentro de un año, periodo en el que la cotización de Bankia
debería de multiplicarse por más de cuatro —el paquete público actual
apenas vale 5.300 millones— para que el erario público recuperase el
dinero.
O lo que es lo mismo, el presidente deberá permanecer en su
puesto muchos años más sometido al corsé de ser un banco controlado por
un Estado inmerso en una inestabilidad política histórica.
Porque con Bankia cotizando a 2,82 euros —0,70 euros si no se tiene en cuenta el contrasplit de 2017— y con unos resultados más bien pobres —el
beneficio apenas creció un 0,7% hasta septiembre—, las posibilidades de
Goirigolzarri para hacer crecer el banco y cumplir con el mandato para
el que fue nombrado son mínimas.
Solo siete de los 30 analistas que
cubren el valor aconsejan comprar, con un precio objetivo a un año vista
de 3,38 euros por título. Los bajistas lo saben y por ello atacan la cotización, que es el tercer peor valor del Ibex en lo que va de año, tras dejarse un 29%.
Los
ajustes de plantilla ya están hechos y las opciones de exprimir más la
maquinaria son reducidas. Su única esperanza es que suban mucho los
tipos de interés, algo que se prevé más que complicado teniendo en
cuenta la política seguida por el BCE y las malas previsiones de
crecimiento económico en Europa.
A Goiri, que aún disfruta de los 53 millones que se llevó de BBVA, le queda hasta mediados de 2021 como presidente de Bankia, momento en el que expira su mandato. Veremos si lo cumple.
A Goiri, que aún disfruta de los 53 millones que se llevó de BBVA, le queda hasta mediados de 2021 como presidente de Bankia, momento en el que expira su mandato. Veremos si lo cumple.
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