El exalcalde de Barcelona Xavier Trias ponía a mediados de la pasada semana el dedo en la llaga: "¿Cómo es posible que un consistorio saneado y en superávit fiscal en
2015 cuando se lo entregamos a Barcelona en Comú tenga ahora, en fase
de crecimiento económico, que hacer recortes?". El líder republicano en
el consistorio, Alfred Bosch, remataba: "Es un caso gravísimo de desbarajuste económico" y la alcaldesa "tiene la cara muy dura".
Son solo dos de las reacciones políticas, pero todos los grupos municipales, con la excepción del suyo propio, han formulado duras críticas a Ada Colau ante
el anuncio de recortes económicos y proyectos municipales paralizados.
Es cierto que gobernar en solitario tiene como principal desventaja que
en caso de necesidad de auxilio la soledad política se hace mayor. Y
Colau hace tiempo que apostó por la soledad política en la ciudad de
Barcelona.
Algo infrecuente en la política municipal, sobre todo cuando
el número de concejales que posee el equipo de gobierno es tan
escaso: 11 regidores de los 41 que componen el plenario. Lo cierto es
que en la recta final del mandato de la alcaldesa de Barcelona se hace
más evidente que nunca la incapacidad para trenzar alianzas tanto con su
espacio natural, PSC, la CUP y ERC, como con el principal grupo
municipal de la oposición, el del exalcalde Xavier Trias.
Ante el temor a que las arcas municipales tengan un problema serio por la bajada de los ingresos, bien sea por la reducción de las plusvalías o por la caída del IBI, es urgente, como ha solicitado ERC, la celebración de un pleno municipal extraordinario.
Muchas obras están pendientes de que se mantengan las cifras
presupuestadas y los barceloneses se merecen una explicación en el
plenario, no una mera rueda de prensa. Si algo ha caracterizado al
Ayuntamiento de Barcelona desde hace muchos años, con los alcaldes
socialistas Maragall, Clos y Hereu y después con Trias, es el
saneamiento de las cuentas públicas.
Todo ello, incluso, en momentos de dificultades económicas debidas a
la recesión económica global. Es de esperar que las explicaciones del
equipo de Ada Colau permitan mantener el relato de una ciudad que no
tiene problemas en sus cuentas públicas.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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