Dicen los que han estudiado a fondo los currículums de los parlamentarios del
Congreso de los Diputados que, de súbito, ha habido una desaparición de
titulaciones de sus señorías. Por lo que parece, el escándalo del
máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes,
no era un único garbanzo negro académicamente hablando en las filas del
Partido Popular. Era previsible: una formación política acostumbrada a
mentir, y en Catalunya lo hemos visto en grado superlativo, no lo hace
en una única cosa. Acaba convirtiéndose en un modus vivendi.
El último caso, el del posgrado en Harvard de Pablo Casado, debo reconocer que cuando lo leí pensé que se trataba de una broma de una revista satírica como El Jueves y
no de una noticia veraz. ¿Era posible que el joven Pablo Casado, el
mediático Pablo Casado, el lenguaraz Pablo Casado, aquel que se había
atrevido a señalar un día que el president Puigdemont podía acabar como
Lluís Companys y comentar otro día que el presidente del Parlament,
Roger Torrent, tiene dos hijos y sabe a qué se atiene si permite la
investidura de Puigdemont... hubiera también hinchado su currículum?
¡Pues sí! Se diría que insultar a la gente, atemorizarlos con medidas
que corresponde adoptar a los jueces y no a los políticos, es lo máximo
que saben hacer. Porque las titulaciones universitarias y los
expedientes académicos se van cayendo por las esquinas.
Parece que al menos dos de los cuatro posgrados, de los cuales, según
él, uno era por Harvard y otro por Georgetown y que en su currículum
figura el primero como un "DGP de la Kennedy School of Government" de la
Universidad de Harvard se impartió en Madrid, en el barrio de Aravaca.
Y, en realidad, era un programa de cuatro días, en el que solo había
que pagar la matrícula de 2.000 euros y asistir a las clases.
Una
cantidad que dice no recordar si pagó de su bolsillo —aunque la cantidad
parece que es como para acordarse— o corrió con los gastos la Asamblea
de Madrid, de la que era diputado. El de la Universidad de Georgetown
viene a ser una cosa similar. Más allá de las explicaciones que ha dado,
cualquier persona que tiene un curso de esta naturaleza sería más
cuidadosa a la hora de llamarlos posgrados.
Pero bien, parece que en el PP los criterios son otros. Instalarse en
la mentira y en la exageración tiene estas cosas. Que uno se las acaba
creyendo aunque no tenga nada que ver con la verdad.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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