Tanto dar pasos a un lado, Artur Mas
acabará camino de Avalon, a esperar la inmortalidad de mano de su
hermana Morgana. La inmortalidad puede esperar pero los dos pasos al
costado de Mas le han ganado una dimensión de estadista que él ha
resumido de modo contundente diciendo que primero está el país, Catalunya; después, el partido; y luego, la persona.
Este hombre tiene temple. Está bien la metáfora del rey Artur de eldiario.es y su desmitificación en el artículo. Los héroes son héroes porque son humanos.
Ayer
el relato iba de Ulises retornando a Ítaca. Hoy va de los caballeros de
la mesa redonda en busca del Santo Grial que algunos, por cierto,
sitúan en Montserrat.
Con
el rey Artur en Avalon, a la pelea acude Lanzarote del Lago, esforzado
caballero desfacedor de entuertos, desde Bruselas. El paralelo es fácil.
Ando buscando otro para Junqueras. Vendría bien Galahad, por su
carácter, pero su condición de hijo del promiscuo Lanzarote lo hace
inadecuado.
Dudo entre otros dos, Bors y Perceval, que tienen la ventaja
de acompañar a Galahad cuando este contempla por fin el Santo Grial.
Pero eso deja fuera a Lanzarote, más guerrero que monje. Pero no haya
dudas, estamos entre caballeros, rige la ley de la caballería andante:
lealtad, valor, desinterés.
Perdónese
a Palinuro la excursión por las nieblas de Avalon, en donde nadie
combate contra un adversario que no puede responder porque rige el
código caballeresco. Se le vienen a uno a la mente estas semejanzas
leyendo las interpretaciones que los medios dan de las cosas catalanas,
caracterizadas por una mundanidad tan malévola como boba.
El País titula con un Kalashnikov que la intransigencia de Puigdemont abre un abismo entre ERC y el PDeCat.
Supongo que quiere decir JxC, pero nunca se sabe. Los términos del
otrora moderado diario de la ilustración, hoy dictados por la furia
nacional, son fuertes, bélicos: "crisis", "separatismo", "primeras
bajas". Parece mentira que sea preciso apaciguar a los defensores del
orden.
Hay
que repetirlo: el independentismo no es un asunto de orden público, no
es una conjura de cuatro iluminados, ni una cortina de humo de unos
corruptos, ni un asunto de lucha de partidos, ni de relaciones con las
organizaciones sociales. Es un movimiento sostenido por un hecho
insólito, un primero de octubre cuya imagen, tristemente presente en
todas las retinas, aumenta en importancia y significado con el paso del
tiempo.
En esas cargas, España enterró la mucha o poca razón que pudiera
tener. En la resistencia pacífica que encontraron nació un mandato
explicito, que se ha mantenido en el tiempo, de llevar a término la hoja
de ruta que se comprometió en su día.
Los buscadores de este Santo Grial tienen claro su proceder, según los términos de Mas: primero, el país; después el partido; y luego las personas. Obvio.
Los buscadores de este Santo Grial tienen claro su proceder, según los términos de Mas: primero, el país; después el partido; y luego las personas. Obvio.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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