MADRID.- El pasado 29 de septiembre a las 20:00 horas, el Ministerio de
Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, inició un trasvase de
agua a través del Acueducto Tajo-Segura, a pesar de que el volumen de
agua almacenada en los embalses de la cabecera del Tajo se sitúa muy por
debajo del nivel de reserva establecido por la normativa, por debajo
del cual no se permite trasvasar, habiéndose enviado un volumen de
alrededor de 2 Hm3, recuerda hoy Público.
Esta actuación ha levantado una gran polémica entre
la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, los regantes del Segura,
el Ministerio, las organizaciones ecologistas y otras entidades. El
Ministerio alega que no es un trasvase, sino un intercambio de derechos
entre particulares (regantes del Canal de Estremera en el Tajo que les
venden el agua a los del Segura), lo cual es cierto que lo permite la
Ley de Aguas.
Sin embargo, es evidente que es un trasvase o que al menos
tiene los mismos efectos. Al fin y al cabo, pues esa agua se trata de
un volumen que se traslada desde el Tajo al Segura, que sale a costa del
volumen de reserva ya incumplido y que por tanto no podrá discurrir por
el primero ni desarrollar sus funciones ambientales.
Con independencia de su legalidad o no, nos encontramos ante otro
conflicto más que genera esta infraestructura, que ha resultado
controvertida desde su inauguración hace ya cerca de 40 años.
A continuación, vamos a analizar las causas de este conflicto.
El trasvase Tajo-Segura se planteó en firme por primera vez durante
la Segunda República, pero no fue hasta la década de los sesenta cuando
se inició su construcción, que finalizó en 1979.
Inicialmente se autorizó para trasvasar 1.000 Hm3 anuales, luego esa
cifra se bajó a 900 Hm3, después se volvió a bajar a 650 Hm3.
Finalmente, entre 1979 y 2014, se ha trasvasado una media de 328 Hm3
anuales. Resulta evidente que alguien consideró o estimó unas
aportaciones en la Cabecera del Tajo muy superiores a las reales. Ya de
entrada nos encontramos ante una obra que funciona a un 35% de lo que
estaba prevista, por lo que hay motivos para considerarla un fracaso en
sí misma.
Sin embargo, el regadío en la cuenca receptora se desarrolló
considerando que el trasvase funcionaría según los planes iniciales, a
pleno rendimiento, lo que genera una demanda de agua de la cabecera del
Tajo, que ésta es incapaz de satisfacer.
Por otra parte, las aportaciones en régimen natural a los cauces en
nuestro país, se han reducido a causa del cambio climático una media de
un 20% en los últimos 25 años. Sin embargo, en la Cabecera del Tajo,
según los datos de las estaciones de aforos, esta reducción ha sido aún
mayor, del orden de un 30%, y sigue bajando, por lo que es previsible
que la capacidad para trasvasar se siga reduciendo en los próximos años.
Desde hace décadas, en la cuenca del Segura, tanto los diferentes
gobiernos de Murcia como una buena parte de los regantes de allí
muestran, a nuestro entender, una voracidad insaciable de agua. En la
cuenca del Tajo, los sucesivos gobiernos de Castilla-La Mancha han
tenido siempre muy claro que la oposición al trasvase da votos,
circulando a veces consignas ambientalmente peligrosas como “para que se
lo gasten en Murcia, mejor nos lo gastamos aquí”. O consiguiendo que se
apruebe el trasvase a la Llanura Manchega, otros 50 Hm3 que esquilman
el Tajo. Así en los últimos años el regadío entre Aranjuez y Talavera ha
crecido de manera espectacular, de tal forma que el existente
actualmente entre la cabecera del Tajo y Talavera consume más del doble
de agua de la que se trasvasa al Segura. Y con todos estos actores, que
en el fondo no son tan distintos, el que lo está pagando de verdad es el
pobre río Tajo, por el que cada vez discurren unos caudales más
mermados, con una degradación ambiental cada vez mayor.
La existencia del trasvase Tajo-Segura es un factor de degradación
ambiental muy importante del Tajo pues, por una parte, supone el 75% del
consumo real en el Tajo desde la Cabecera hasta Aranjuez; y por otra,
porque se utiliza para legitimar el crecimiento masivo del regadío en el
curso medio del río.
Además, con independencia de la normativa que esté aprobada, lo que
está claro es que si hay escasez de agua en el Segura, los sucesivos
gobiernos centrales no han tenido inconveniente en modificar las
condiciones de explotación del trasvase y mandar agua al Segura, por muy
poca que exista almacenada en cabecera. Así lo hizo el gobierno del
PSOE en 1995, reduciendo el caudal ambiental del Tajo en Aranjuez de 6
m3/seg a 3 m3/seg, y así lo ha hecho el actual gobierno del PP enviando
estos 2 últimos Hm3 cuando los pantanos de cabecera se encuentran por
debajo del mínimo establecido para trasvasar, usando una argucia legal
que resulta muy discutible.
Ya hemos indicado anteriormente que, cuando se construyó el trasvase,
las aportaciones en la cabecera del Tajo eran ya bastante inferiores a
lo que se pensaba inicialmente, y además el cambio climático las ha
reducido mucho más en los últimos 25 años, por encima de la media
nacional, y que además es previsible que lamentablemente esa tendencia
continúe. Por todo ello, consideramos que el Trasvase Tajo-Segura cada
vez resulta más insostenible e inviable, por lo que habría que ponerle
una fecha de cierre definitivo, entre 3 y 5 años (y así permitir una
cierta adaptación en la cuenca receptora), a la vez que se frena la
creación de nuevos regadíos en el tramo medio del Tajo. De esta manera
podría detenerse la degradación ambiental que actualmente sufre el río, e
incluso podría conseguirse que se recuperara algo, a la vez que se
acabaría con este conflicto social, que enfrenta dos comunidades
autónomas desde hace décadas.
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