Diez años han pasado desde que Rajoy
cuestionara el cambio climático porque un primo suyo que es físico en la
Universidad de Sevilla le había contado que si no se puede predecir el
tiempo que va a hacer mañana, ¿cómo se va a predecir el que va a hacer
dentro de trescientos años?
«No podemos convertirlo en el gran
problema mundial porque hay otros más importantes», llegó a decir el
entonces candidato a la presidencia del Gobierno de España que ahora
anuncia una Ley de Cambio Climático al mismo tiempo que castiga el
autoconsumo eléctrico con un peaje de respaldo que, aunque no se está
cobrando en España, existe en el BOE. España no es el único país del
mundo con un impuesto al sol, pero sí el que más trabas pone porque las
licencias administrativas pueden llegar a costar más que la propia
instalación de energía solar. En Portugal, por ejemplo, es realmente
sencillo conseguir una licencia para autoconsumo eléctrico.
El
cambio climático es una verdad tan incómoda como la pobreza de la que
cada año alerta Cáritas y por eso el Gobierno de Rajoy llegó a
cuestionar la veracidad de sus informes. Le estropeaban los titulares de
recuperación económica. Los meteorólogos advierten de que vamos a un
verano eterno en determinadas zonas de España como la región de Murcia,
considerada por algunos expertos como la zona cero del cambio climático
en Europa donde el avance del desierto es más que evidente y las sequías
se hacen resistentes. La Confederación Hidrográfica del Segura no
descarta restricciones para abastecimiento el próximo otoño si seguimos
sin trasvases de agua desde el Tajo. Un trasvase derogado en la práctica
por la Ley del Memorándum que nos coló Cospedal.
Una
investigación de la Universidad de Hawai concluye que el 74% de la
población mundial estará expuesta en 2100 (faltan menos de cien años) a
olas de calor mortales. Los científicos han descubierto el umbral en el
que la temperatura y la humedad elevada se vuelven letales para el ser
humano. «Nos estamos quedando sin opciones de futuro», dice Camilo Mora,
que es uno de los autores principales del estudio publicado en Nature
Climate Change donde recuerda que el organismo humano «solo puede
funcionar correctamente en un rango muy estrecho de temperaturas
corporales en torno a los 37 grados centígrados».
Entre 1980 y
2014 se registraron 783 olas de calor letales en 164 ciudades de 36
países. La de 2003 en Europa acabó con la vida de miles de personas de
las que 13.000 eran españolas según datos del Instituto Nacional de
Estadística.
Los expertos señalan que disminuir drásticamente las
emisiones de gases de efecto invernadero no prevendría los episodios
calor, solo reduciría su frecuencia, disminuyendo en un 26% el número de
personas afectadas de cara a 2100. Y por eso «es absolutamente
necesario que los políticos aumenten la inversión en fuentes de energía
alternativas y que los gobiernos locales desarrollen proyectos verdes
(planten árboles) para reducir el calor absorbido por las construcciones
y el asfalto de las ciudades», concluye Mora.
Habitamos nuestro
planeta como si tuviésemos otro al que mudarnos. Y no lo hay, pero
parece que nos da igual. Y cuando la televisión o la radio advierten del
deshielo en los polos, aumento de las sequías y del calentamiento
global, pensamos para tranquilizarnos que son cosas de ecologistas: unos
idealistas desocupados y algo perroflautas que alucinan reciclando los
envases del yogur y dicen lo que dicen porque no tienen otra cosa mejor
que hacer y, encima, mucho de ellos acaban detenidos por encaramarse a
edificios para colgar grandes pancartas.
Muchos piensan así
porque no les importa qué pasará bajo la premisa de que no lo verán sus
ojos. Otros, simplemente, son ignorantes. Y luego están los que, por
miedo, se niegan a reconocer lo que está sucediendo y confían en que
otro vendrá que luego lo arreglará.
Las renovables, como la
solar, convienen al planeta porque contribuyen a reducir las emisiones
de CO2, pero España no apuesta por ellas porque amenazan los beneficios
de las grandes empresas eléctricas a quien Rajoy protege con la
complicidad de Albert Rivera, que apoyó el veto del Gobierno a tramitar
la ley que derogaba al impuesto al sol con el argumento de que el Estado
dejaría de recaudar 162 millones de euros al año. ¿Alguien ha calculado
cuántos millones en ingresos al Estado reportaría la supresión de ese
peaje de respaldo o su reducción a la mínima expresión? Se estima que
una empresa o familia podrían reducir entre un 35% y un 40% la factura
energética. Si la Región de Murcia consiguiese la supresión del impuesto
al sol como lo ha logrado Canarias gracias a un solo diputado en el
Congreso, faltaría suelo industrial en la región para dar cabida a todas
las empresas nacionales e internacionales que querrían trasladarse a
nuestra Comunidad.
El problema para el planeta Tierra es que
existe un conflicto entre el interés a corto plazo de las élites
gobernantes y empresariales y el interés a largo plazo de la sociedad en
su conjunto, especialmente si la élites logran aislarse de las
consecuencias de sus acciones o inacciones. Y si algo saben hacer las
élites es aislarse del mundanal ruido y, por supuesto, del calor.
Los
mandatarios viven aislados del calor la mayor parte del día porque sus
despachos y salas de reuniones están climatizadas. Que haya aulas
escolares que están alcanzando y superando los 32º no deja de ser un
dato que leen o escuchan y al que reaccionan anunciando auditorías
energéticas y millones en inversiones que ya veremos si luego se
materializan. De titulares vacíos podríamos hacer una tesis en la Región
de Murcia. Debo recordar que del plan de fomento de la lectura
anunciado en 2016 para 2017 nada se sabe y del plan sombra para dotar de
sombrajes los patios de los colegios anunciado recientemente por el
nuevo consejero de Salud tampoco conocemos plazos ni presupuesto.
La
consejería de Educación no sabe cuántos colegios públicos de la región
disponen de aire acondicionado en sus aulas ni quién los ha pagado.
Acaba de mandar una circular a los colegios pidiendo información. No
sabe que hay centros donde lo han financiado las propias asociaciones de
padres y madres de alumnos hartos de ver a sus hijos salir asados como
pollos. En la Región de Murcia, por si no lo sabían, los colegios de
nueva construcción no se proyectan con aire acondicionado, como si en
Burgos proyectaran colegios sin calefacción. Un disparate.
«¡Es que parece que los niños no son personas para las autoridades!», me decía una maestra de infantil de un colegio del municipio de Murcia con un total de trece aulas de las que solo tres disponen de aire acondicionado que han pagado los padres y madres de alumnos haciendo rifas para recaudar el dinero necesario. Y cuando el calor aprieta trasladan y agrupan a los más pequeños y sensibles a un golpe de calor a esas aulas climatizadas para que puedan aguantar el sofocón ¿Cómo era: «+ calidad +educación»?
«¡Es que parece que los niños no son personas para las autoridades!», me decía una maestra de infantil de un colegio del municipio de Murcia con un total de trece aulas de las que solo tres disponen de aire acondicionado que han pagado los padres y madres de alumnos haciendo rifas para recaudar el dinero necesario. Y cuando el calor aprieta trasladan y agrupan a los más pequeños y sensibles a un golpe de calor a esas aulas climatizadas para que puedan aguantar el sofocón ¿Cómo era: «+ calidad +educación»?
Nuestra mayor amenaza no es un asteroide que pueda
impactar contra la tierra. Nuestra mayor amenaza son los problemas
medioambientales creados por nosotros mismos y nuestro estilo de vida.
Dentro de cien años habrá zonas del planeta donde será imposible
sobrevivir y se producirán migraciones climáticas masivas. Y Murcia,
como todo el sur de España, será una de las zonas más afectadas de
Europa.
No vamos a, estamos en un proceso de calentamiento del
planeta del que, independientemente de cuáles sean sus causas, ya
estamos sufriendo sus efectos. Y nadie sabe realmente lo que queda por
venir. Es quizás la mayor amenaza a nuestro modo de vida tal y como hoy
la conocemos. No queda otra que adaptarnos (ayudaría por ejemplo
construir colegios con buenos aislamientos y aire acondicionado en la
Región de Murcia) y enfrentarnos al calentamiento global con medidas a
medio y largo plazo como aplicar con rigor la futura normativa de
edificios de energía casi nula. No basta con cambiar el modelo
energético, es urgente abordar con celeridad una planificación
hidrológica nacional que redistribuya el agua: la lucha contra la
desertificación es la mejor herramienta contra la subida de temperatura
local, pero necesita de agua.
Estamos sembrando bombas con
temporizador a cincuenta años que nadie parece interesado en desactivar.
Confiemos en el buen criterio de ´los primos´ que susurran a nuestros
políticos. Igual así conseguimos algo. Todavía hay esperanza siempre y
cuando entendamos que el calentamiento global nos afecta a todos y todos
somos parte de la solución.
(*) Periodista y jefa de Informativos en Murcia de Onda Cero
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/06/24/escuela-calor/839979.html
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