El ministerio de Economía decidió hace tiempo que Bankia engordara su
balance con banca Mare Nostrum (BMN), banco resultante de la fusión de
las cajas de Murcia, Sa Nostra y Caja Granada. También estuvo implicada
Caja Penedés, la tercera mayor de Cataluña, pero su negocio se entregó
al Sabadell que buscaba tamaño. El argumento para la operación de fusión
con Bankia es que de esa manera se “optimizará la recuperación de las
ayudas públicas”.
Es posible, pero quedan zonas de sombra que parece
difícil de aclarar. El propietario mayoritario de Bankia y de BMN es el
FROB, es decir el ministerio de Economía que toma las decisiones. Por
tanto juez y parte, lo cual obliga a ser muy trasparente, a proporcionar
muchas explicaciones públicas y a prevenir que en un futuro alguien se
sienta perjudicado por el posible conflicto de intereses de quien tomó
la decisión y apele a los tribunales.
La tesis de que las fusiones añaden valor es de difícil demostración,
la historia acredita que la mayor parte de las fusiones restan más que
suman, se cumple la extravagancia matemática de que 1+1 casi nunca da 2,
incluso puede dar un resultado menor de 1. Las fusiones suelen enterrar
un follón para crear otro follón, frase que se atribuye a un gestor tan
experimentado como Percy Barnebik, que fue presidente de ABB y
protagonizó más de una decena de fusiones.
El FROB esgrime que cuenta con una oferta por hasta mil millones de
euros por BMN pero que Bankia pagará más al entender que puede extraer
más valor que esa cifra. Desde Bankia advierten que la valoración de la
operación la hará su consejo conforme a su criterio y el de los asesores
que contrate. Una afirmación que por sí misma resulta sospechosa, por
obvia; algo así como “excusatio non petita…” El consejo es responsable
de decisiones de semejante calado, que asume (o no) si quien lo exige es
el accionista mayoritario.
Si el FROB, como accionista mayoritario
impone la decisión, el consejo puede aceptarla o negarse y dimitir o
asumir una destitución tras la correspondiente junta general convocada
por el accionista mayoritario. Es evidente que semejante conflicto es
muy improbable, pero debe quedar claro que el consejo de Bankia, formado
por personas muy capaces y responsables, asume que la fusión con BMN es
conveniente y que el precio es adecuado para Bankia, y no solo para su
accionista mayoritario.
En auxilio de quienes promueven la operación aparecerán asesores de
todo pelaje (abogados, auditores, valoradores…) pero tras las
experiencias de la salida a Bolsa de Bankia y demás aventuras que los
jueces han descalificado, todas esas opiniones de expertos contratados
ad hoc tiene un valor relativo.
Bankia tendrá que explicar con mucho detalle y convicción las
ventajas que aporta esa fusión, precisamente cuando está normalizando su
actividad y negocio y saliendo de la tutela a la que está sometida tras
la crisis y el rescate. Quizá es demasiado pronto para abordar la
aventura de una fusión que obliga a reducir red redundante, estructura
excesiva… La experiencia dice que por fusionar no se añade valor cuando
el tamaño es suficiente. Pudiera ser que la fusión convenga a BMN que
encuentra dificultades para salir adelante por sí misma o por carecer de
atractivo para un comprador solvente. Pero eso requiere más
explicaciones.
Esta crisis bancaria, más bien de cajas de ahorro, ha cursado con
demasiados errores, por no decir mentiras; no iba a ocurrir, pero
ocurrió; no iba a costar dinero publico pero está costando y va a costar
mucho dinero; estaba controlada pero se descontroló; ha arrasado el
prestigio de las demasiadas instituciones, ha generado escándalo
público, ha provocado desconfianza y descreimiento y está dando trabajo a
los jueces con asuntos penales irritantes. Por todo ello hay que evitar
apaños, atajos y soluciones facilonas.
(*) Periodista y politólogo
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