Rajoy reitera que es el ganador, el que tiene más votos, y eso le
hace acreedor a algunos derechos, entre ellos a encabezar el Gobierno.
Es cierto a medias, obvio lo primero (ganó) pero no lo segundo: no tiene
el derecho de encabezar el Gobierno, le faltan méritos adicionales. La
sesión de investidura del pasado viernes fue concluyente, perdió Rajoy, y
perdió dos veces, en la votación y en la ruptura del pacto con
Ciudadanos, que el torpe Rafael Hernando remachó con una intervención
tan destemplada como estúpida. Tanto que Rajoy tuvo que intentar reparar
a renglón seguido, con algunos emisarios y mensajes a Rivera.
Curioso personaje Mariano Rajoy, un perdedor que acaba ganando por
los errores de los adversarios, Zapatero le superó dos veces y sólo
perdió cuando su posición era insostenible. Ahora Rajoy ha ganado dos
elecciones, pero las ha perdido luego por su incapacidad para la
“explotación del éxito”. No estudió ni estrategia ni táctica en la mili,
porque la hizo de enchufado y eso se paga. La torpeza, la impericia,
con la que Rajoy ha gestionado su insuficiente victoria electoral es
para que los académicos construyan un caso de fracaso político.
Uno de los capítulos más sugestivos del caso puede ser el que
describa como el PP ha conseguido endosar su fracaso a los demás,
especialmente a Pedro Sánchez y los socialistas. Durante estas últimas
semanas la milonga se la han tragado no sólo los amigos y deudos del PP y
de Rajoy, sino también otros actores políticos, incluidos grandes
diarios internacionales.
Ahora empieza a abrirse paso la idea de que el problema se llama
Rajoy, pero el aparato del PP es incapaz de asumir esa conclusión, que
es un dato: con Rajoy no hay investidura, solo nuevas elecciones que son
un enigma y que no quiere nadie.
El problema es quién le pone el cascabel al gato. Quien lo ponga
sabe que si fracasa, se va al fondo de la bancada. De manera que quienes
aspiran a sucederle se apresuran a elogiarle y a proclamar su apoyo. Si
cae, ya jugarán sus cartas.
Rajoy no va a dar ninguna facilidad, no está en su naturaleza, ¿por
qué habría de hacerlo? Debe ser desde dentro del partido, sobre todo del
grupo parlamentario, desde donde debe salir la solución, la
alternativa. La llave del bloqueo la tiene el PP, porque no puede hacer
Gobierno, pero tampoco habrá Gobierno sin el visto bueno y la
complicidad del PP. El PSOE tiene que acompañar, que consentir, pero
para moverle el PP tiene que hacer gestos de contrición y de cambio. Sin
el PP no hay suma suficiente.
(*) Periodista y economista
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