Lo que hace unas semanas parecía una pura elucubración, especialmente
tras el encuentro de Mariano Rajoy con Albert Rivera (“hemos dado el
primer paso de una larga caminata” en palabras de quien con 137 votos
pretende ser investido), está tomando cuerpo, hasta tal punto que son
muchos los dirigentes del PSOE y algunos del PP que creen que, tal como
van las conversaciones entre Populares y Ciudadanos y si el candidato no
consigue, como hasta ahora, ni un voto más, puede ser la única salida:
si no hay investidura a finales de agosto como quiere el equipo del
presidente en funciones, habrá que dejarla para después de las
elecciones vascas y gallegas, fijadas para el 25 de septiembre.
“Para nosotros no sería una mala salida, ya que podríamos decidir una
posible abstención sin que esa decisión influya en las elecciones
autonómicas y esos resultados nos puede ayudar a reflexionar sobre
futuros resultados electorales y convencer a la Ejecutiva de Sánchez de
que nuestra única salida es abstenerse en la segunda vuelta. Lo otro, el
llamado “gobierno a la tramontana” no termino de verlo.
Probablemente,
la idea no la ha descartado el secretario general, pero se opondrá el
Comité Federal y ya ha tenido Sánchez bastantes enfrentamientos con el
Federal como para intentar por ejemplo un referéndum entre la
militancia”. El análisis corresponde a uno de los socialistas históricos
que comprende la actitud de Sánchez, pero que llevaría al PSOE a ser
el principal causante de unas terceras elecciones, con unos resultados
peores que los de junio y que al final situaría al partido en “la
irrelevancia”.
“Rajoy quiere la formación de Gobierno cuanto antes, es muy reservado
sobre la fecha de la investidura, hasta el punto que no descarta no
presentarse, si no tiene los apoyos suficientes, y está preocupado con
los Presupuestos que tienen que estar en Bruselas el 15 de octubre.
En
el Ministerio de Economía y en el de Hacienda hay muchos funcionarios
que han anulado sus vacaciones y trabajan en el proyecto de Presupuestos
y el Techo de Gasto, han empezado a discutirlo De Guindos y Garicano,
que se entienden muy bien. Se da por hecho que un acuerdo en el Techo de
Gasto lleva consigo entrar, luego, en los detalles presupuestarios, lo
que supondría otro paso más en esa “larga caminata” de la que habla el
presidente, que puede desembocar en una aprobación de las cuentas por el
posible gobierno que salga después de la investidura de octubre.
Porque
un gobierno en funciones, a pesar de la tesis del PSOE de que esa
aprobación entraría en el apartado en el caso de “urgencia”, no puede
asumir esa responsabilidad”. La versión es de un dirigente popular que
cree que Rajoy ha perdido mucho tiempo desde que se conocieron los
resultados de las elecciones de junio y que piensa que, a estas alturas,
hay que descartar cualquier posibilidad de que se eche a un lado y de
paso a otro candidato.
De esta forma, comienza a configurarse la posibilidad de que la
investidura sea a principios de octubre, con un PSOE presionado interna y
externamente y por unos resultados electorales que no se prevén buenos
ni en Galicia ni en Euskadi, para que, en última instancia, se abstenga.
El escenario que se configura no parece producto de los calores de
agosto y, sobre él , pueden empezar a darse “nuevos pasos”, como los que
ha dado este fin de semana el presidente del Gobierno en su retiro de
Ribadumia (Pontevedresa) en su tradicional recorrido por la Ruta da
Pedra e da Auga, acompañado, como siempre, del marido de la presidenta
del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. A la vista de que, en los
últimos días, no se han podido dar más pasos para un pacto con
Ciudadanos, ha aprovechado este fin de semana para darlos en su diaria
caminata, lo primero que suele hacer cada jornada, esté dónde esté.
Pero también puede suceder que esa caminata no llegue a ningún sitio y
desemboque en unas nuevas elecciones generales, las terceras. En este
caso, según una encuesta de NC Report que publica este domingo ‘La
Razón’, el 40% de los españoles no iría a votar y entre los votantes,
uno de cada diez cambiaría su voto del 26 J y alrededor del 79%
permanecería fiel a lo que votaron hace mes y medio. El 79% de los
electores no modificarían su voto y entre los que sí lo harían,
Ciudadanos seria el más perjudicado, seguido por PSOE y Unidos Podemos.
Por partidos, el PP es el que menos motivos tiene para inquietarse, pues
el 86,5% de quienes le dieron su confianza el 26-J lo volvería a
hacer, se celebren cuando se celebren esas terceras elecciones y
únicamente un 9,2% no elegiría esta vez su papeleta.
(*) Periodista y economista
No hay comentarios:
Publicar un comentario