Sánchez acaba de presentar sus seis
propuestas -"principios" las llama él, "líneas rojas", según la prensa-
para un gobierno de coalición despúes del 26 junio.
Le deseo mucha suerte y le agradezco que sea tan claro, pero yo no lo votaré.
Los
seis enunciados, en su mayoría son vagarosas generalidades sin nada
concreto. No mencionan la cuestión de la Monarquía/República (ya se
sabe: no toca) ni los privilegios de la Iglesia católica, ese Estado
dentro del Estado que parasita la colectividad y cuyos medios de
comunicación sirven para difundir el veneno del odio en nuestra
sociedad.
Solo hay algo concreto en ese conjunto de vaguedades: no al referéndum de independencia en Cataluña. Es lo único claro. Y es mentira porque nadie, que yo sepa, pide un referéndum de independencia en Cataluña. Se pide un referéndum consultivo, para decidir, de autodeterminación, si quieren ustedes; pero no de independencia.
Esa mentira procede de las escasas meninges de quien haya redactado
este catecismo. Por lo demás, a tono con el resto de las referencias a
la cuestión: puras mentiras que debieran avergonzar a alguien de
izquierdas. Sigue diciendo el escrito no a la desigualdad de trato entre españoles por razón de su origen.
Otra mentira igual a la de Rajoy cuando habla de la igualdad de todos
los españoles. Los españoles no somos iguales de hecho ni de derecho.
Los vascos y los navarros tienen trato distinto, como sabemos todos. O
no son españoles o son españoles desiguales, pero el sistema de
concierto (en cuya justicia o injusticia no quiero entrar aquí)
demuestra que Rajoy y Sánchez mienten al unísono. El resto de las
consideraciones sobre el Estado autonómico, la reforma de la
Constitución y el federalismo, puro relleno para tapar la injusticia de
negar a los catalanes el ejercicio de un derecho.
Injusticia
sin disculpa alguna, sin razones, sin principios auténticos, sin
valentía ni autenticidad. Después de los referéndums de
autodeterminación en el Canadá y Escocia, no hay ninguna razón para
negar ese derecho a los catalanes salvo que se reconozca que el Canadá y
el Reino Unido son democracias y Estados de derecho y España no es lo
uno ni lo otro, sino el reino (y Reino es) de la mentira y la
arbitrariedad. Todos los nacionalistas españoles dicen que en Cataluña
la mayoría no es independentista. Pero no dejan que salgamos de dudas
contándolos mediante un referéndum. Es más ni siquiera admiten que se
cuente ni como principio que tanto gustan de invocar. Felipe González ya
ha dicho que aunque los partidarios de la independencia fueran el 120%,
no se permitiría la autodeterminación porque no es una cuestión de
mayorías y minorías sino un asunto de principios.
Porque los principios de esta gente son como los de Groucho Marx.
Con
lo que queda claro que la única razón para negar a los catalanes el
ejercicio del derecho de autodeterminación es la razón de la fuerza: no
porque no. Porque somos más, tenemos más poder y no nos da la gana.
Recuérdese el famoso "diálogo meliano" de La guerra del Peloponeso: "Los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben".
Y yo no puedo votar eso porque me repugna.
¿Y
qué sucede con IU/Podemos? Pues lo mismo que lo anterior y dos huevos
duros, para seguir con los inspirados hermanos Marx que tienen mucho en
común con los de Podemos, aunque con más chispa.
Los de Podemos admiten el referéndum de
autodeterminación en Cataluña: sí, pero con la boca chica, vinculándolo a
una imposible reforma de la Constitución y después de haberse dado una
castaña en las elecciones del 27 de septiembre de 2015. Se presentaron
entonces sin tener ni idea de a quién estaban dirigiéndose, tratando a
los catalanes poco menos que como lelos y haciendo trampas, como hacen
siempre, con ese referéndum, mezclándolo con un proceso constituyente
que no se creían ni ellos.
Por lo demás, estos tampoco plantean la cuestión de la Monarquía (ignoro si esto tiene algo que ver con Juego de tronos,
que tanto les gusta) ni la de la Iglesia y el Estado. En algunas cosas,
van por detrás del PSOE (al que acusan de ser como el PP), por ejemplo
en el asunto del aborto que, según ellos, no es de importancia ni
interés social. Como tampoco lo es la del género según se desprende de
ese título siete machos que han puesto a su coalición "Unidos Podemos"
que algunos tratan de disimular pronunciando el "Unidos" como "Unidas"
según reglas fonéticas desconocidas hasta la fecha en España.
Pero
lo más lamentable de esta buena gente es su carencia absoluta de
principios, de esos que, al parecer, sobran a los socialistas, y su
tendencia a orientarse hacia donde sople el viento y mentir sin el menor
pudor, como esos trileros que ellos veían profusamente repartidos entre
quienes somos tan antiguos como para ser de izquierdas. Se presentaron
como tercera opción entre el comunismo más anquilosado y la
socialdemocracia más aburguesada. Tropezaron con la primera dificultad
práctica; vamos, que se dieron una bofetada en las elecciones del 20 de
diciembre que ellos vendieron como gran triunfo con tanta veracidad como
ahora aseguran que quieren "desempatar".
Comprobaron luego que no
tenían ni sombra de capacidad teórica para elaborar el contenido de esa
nueva izquierda y corrieron acongojados a echarse en brazos del antiguo
chamán huero y vanidoso de IU para componer ese vertebrado gaseoso que
han parido. Con él aspiran a sustituir a la socialdemocracia tras
destruirla si buenamente pueden para colmatar sus ambiciones tristes y
viejas de decenios y hacerse respetables socialdemócratas "de verdad".
Para seguir con la superchería aseguran que no, que el sorpasso no es al
PSOE, sino al PP, como si las gentes fuéramos estúpidas y no tuviéramos
ojos y oídos.
Me
da igual con qué logomaquias populológicas tratan los de Podemos de
disfrazar su desesperada ansia de poder al precio que sea y la miseria
con que han encubierto su traición a lo que dicen que fueron sus
orígenes. Como a los socialistas, también les deseo lo mejor que tiene
toda la pinta de ser otros cuatro años más de gobierno de la derecha,
según la acreditada marca de La Pinza, S.L.
Pero yo tampoco los votaré porque me da la risa. Sardónica, verdad es, pero risa.
Por
si a alguien le pica la curiosidad: no me abstendré y seguramente
votaré al PACMA que, según mis noticias, no ha firmado con Podemos pues
estos no piden la abolición de las corridas de toros porque pensarán que
tal cosa quita votos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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