Cuando escribía en Ajoblanco fui testigo de cómo esa revista
enturbió la relación Cataluña Valencia por medio de la publicación de
un extra “sobre la peineta”. Todo muy gracioso, pero de lo que se
trataba era de separar Cataluña y Valencia. Lo cual se ha conseguido
hasta hoy mismo.
Pero los hechos son tozudos: como escribía Enric Juliana en la
primera visita en décadas de un presidente valenciano a Barcelona, el
presidente Ximo Puig se desplazó en coche, ya que ha dejado de funcionar
el enlace aéreo Barcelona – Valencia “y el viaje en tren tiene algo de
incierto. La pervivencia de un tramo de vía única entre Vandellos y
Tarragona, auténtica reliquia del siglo XIX en la España de la alta
velocidad, impide subir al Euromed con la certeza de que el viaje va a
durar tres horas. Un servidor – añade Juliana – una tarde con
complicaciones en Hospitalet de L’Infant, llegó a tardar seis. El
trayecto en AVE entre Madrid y Valencia es de una hora y veinticinco
minutos con puntualidad suiza”.
¿Hasta cuándo seguiremos escribiendo esto?¿Cuántas veces he hablado
del Eje Mediterráneo y de la paleta o perversa actitud de Madrid al
respecto? El centralismo español tiene su paradigma físico en el trazado
de ferrocarriles, la Renfe es la cumbre y cinosura del estado central,
en contra de la lógica económica y del progreso de las regiones
periféricas ¿Cómo quieren que no haya separatistas si en Madrid son
centralistas y cerriles?
Toda España sale perjudicada por la deficiente concesión de la región
más rica, que es el Levante Mediterráneo, pero eso no les importa a los
centralistas madrileños. Lo que si les importa es la unión entre
Valencia y Cataluña. Veremos que trampa prepararán esta vez.
(*) Doctor en Economía y profesor de Urbanismo
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