Soria se fue y Rajoy está en capilla porque debería de anunciar su
próxima retirada, asumiendo así su parte de responsabilidad, como
prometió, y a la vista de la trama societaria internacional e irregular o
ilegal, ya veremos, que su ya exministro de Industria tenía escondida
para su negocio frutero, plátanos de Canarias, al tiempo que ocupaba
cargos públicos en política local o nacional.
Pero llegaron a España los
‘papeles de Panamá’ y Soria se puso chulo y empezó a negar la realidad y
a mentir con tal aplomo que hasta sus compañeros de Gobierno y de
partido (Margallo, De Guindos, Santamaría, Hernando, Pastor, Alonso,
etc) le apoyaron con indecente descaro en lugar de callarse o de exigir
la verdad.
Una vez más, el gran responsable político de todo esto que es Rajoy
había impuesto el toque de queda para proteger a su amigo Soria y
protegerse él, porque peladas las barbas de Soria ya tiene las suyas
puestas a remojar.
Pero el alcance y nivel del escándalo que sentaba la
mentira y los presuntos casos de fraude y corrupción en el Gobierno de
la Nación era demasiado y ya tronaba en los medios, internet y entre la
ciudadanía hasta el punto y el riesgo de provocar una rebelión social.
E
incluso, y ello fue el argumento definitivo para echar a Soria como a
la cabra del campanario de la Moncloa, el escándalo podía obligar a
Podemos a sentar, por fin, a Pedro Sánchez en la Presidencia del
Gobierno, dejando al PP fuera del poder y sin sus queridas elecciones y a
Rajoy al alcance del que sería nuevo fiscal general.
El cuento chino de
Soria se ha acabado y solo falta por saber quien será el primer
candidato del PP en las próximas elecciones que se dice que están al
caer.
(*) Periodista
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