Leo que está en marcha un proyecto de alianza de Podemos e IU. Como lo leo en Público,
que es el BOE del partido morado, no sé si es una noticia o un deseo,
pero, por si acaso, lo enjuicio con toda consideración: si Podemos se
une, alía, federa, junta o asocia con IU, ese será el fin de su periplo;
su hundimiento definitivo. Es posible que esta intención venga dictada
por el temor que suscita la comprobación de que , además de la bajísima
valoración popular de Iglesias, el apoyo a su partido esté disminuyendo a
chorros. Si es así, el remedio no puede ser más desatinado.
Escribo esto en mitad del periodo habilitado para esa pomposa consulta
a las bases sobre lo que debe hacer Podemos y que no es otra cosa que
un plebiscito para respaldar las decisiones del jefe quien, por si
acaso, ya ha amenazado veladamente con irse si le votan en contra.
Ignoro cuánta gente votará en este paripé, por utilizar la cursi
expresión de Echenique, pero barrunto que no mucha. La asistencia ayer
al mitin/encuentro de la plaza de Reina Sofia para animar a la
participación fue menor que la de las concentraciones de españolistas en
Barcelona, tan menguada, escasa y rala, que no la tuitearon ni una vez.
Es más, los únicos tuits eran de los adversarios, que mostraban una
plaza vacía. Los dirigentes (casi más que los asistentes) hablaron todo
el rato de sus imaginarios cinco millones de votos, pero allí no había más que tres o cuatro de docenas de oyentes.
Estamos de acuerdo, en estas condiciones desesperadas, hay que hacer
algo, lo que sea, menos echarse en brazos de los zombies de IU, sobre
todo cuando uno lleva ya en su seno un tropel de tránsfugas de esa
asociación de perdedores.
El
proyecto de Podemos, originariamente tan brillante y novedoso, ha sido
tan mal gestionado por su dirigencia, con tanta ineptitud y tan cargante
prepotencia que se ha desinflado como un globo de verbena. El insólito
narcisismo de su secretario general y la incompetencia para gestionar
los conflictos en su seno lo han llevado a una situación sin salida en
que tiene que elegir entre ir a unas elecciones en donde prácticamente
va a desaparecer o sumarse a una alianza con PSOE y C's casi como chico
de los recados. En cualquier empresa, el consejo de administración
hubiera ya puesto de patas en la calle al consejero delegado que hubiera
ocasionado tal desastre. Aquí, no, sobre todo mientras Público siga inventándose unas encuestas que prometen a Podemos unos resultados inalcanzables en especial porque ya las confluencias le han dicho que no repetirán experiencia de franquicias provinciales pues irán a las elecciones por su cuenta.
Para
acabar de destruir sus escasas expectativas, Podemos vuelve a la casa
del Padre o al redil, que parece más propio. Hubo un tiempo en que un
Podemos rozagante fagocitó a IU y puso sus golosos ojos en PSOE con el
fin de aniquilarlo.Pero todo eso parece ya de otra era: la IU fagocitada
a su vez fagocitó a Podemos a base de tránsfugas que ahora ven con
horror cómo se les pone al pairo el viejo navío de IU, reflotado por
Garzón, cuando ellos lo habían abandonado para pasarse a los morados
pensando que aquel se hundía. Y aquel no se hundió. El Partido
Comunista, su columna vertebral y verdadero sujeto de la criatura, no
puede prescindir de ella porque, si lo hiciera, tendría que presentarse a
las elecciones con su nombre y ya me dirán ustedes qué porcentaje del
voto obtendría el Partido Comunista de España en unas elecciones libres.
Bueno, pues ese es el que va a obtener Podemos si se alía con IU o sea, con el Partido Comunista.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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