Los políticos
conservadores alemanes han acentuado su batalla para desalojar de su
silla de Fráncfort al presidente del Banco Central Europeo, Mario
Draghi. Políticos de distinto cariz se han sumado a las duras críticas
que realizó su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, el sábado 9 de
abril, al pedir abiertamente acabar con la política de la flexibilidad
cuantitativa, la base del programa de Mario Draghi para relanzar la
economía europea.
Entre
estos políticos se encuentran representantes de la CSU, el
partido hermano de la CDU de Angela Merkel, que pocos días después de
la nueva intervención del ministro de Finanzas han manifestado
en dos foros públicos distintos que quieren que el próximo
presidente del BCE sea alemán.
Pese a que el mandato de Mario Draghi dura hasta noviembre del 2019, nadie duda que si hasta ese momento no ha lugar a que se produzca el relevo del banquero italiano, lo que parece más claro, según fuentes españolas implicadas en la cuestión, es que al menos los alemanes querrán que se produzca un cambio de política.
Lo ha intentado durante el pasado fin de semana Wolfgang Schauble, quien en la reunión de los principales ministros de finanzas del Mundo en Washington se mostró partidario de que se produzca un aumento de los tipos de interés tanto en Europa como en Estados Unidos.
Fuentes españolas recuerdan que esta batalla, en la que Alemania quiere imponer una política monetaria más estricta, viene de lejos, pero que España no tiene mucho que decir en la misma, por su pérdida de influencia.
La única presencia actual en el Consejo de Gobierno del BCE la ostenta el Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, y su peso corresponde a la limitada influencia de España como país en la escena internacional.
Tras haber perdido el puesto de miembro de Consejo de Gobierno que ocupaba González Páramo, España ha perdido a su vez peso en el proceso de decisiones en el alto organismo. Pero como todavía falta mucho tiempo para el cambio de miembros del consejo de Gobierno, fuentes oficiales aseguran que España ni se ha planteado esa alternativa.
Un responsable del PP considera que esta cuestión está, en este momento, fuera de la agenda del Gobierno. Con un Gobierno en funciones, con las elecciones a punto de convocarse, pensar en los cambios futuros del BCE, y teniendo en cuenta que a su presidente no se le ha de cambiar hasta el 2019, es como hablar de otra galaxia.
Admite este responsable que España se pudo equivocar al apostar por un funcionario del BCE, como era Sáenz de Vicuña, cuando se le presentó como candidato a ocupar el puesto de consejero que dejaba vacante González Páramo.
También interpreta que fue una equivocación alguno de los actuales consejeros del Banco de España, pero consideran que difícilmente un español hubiera podido hacer una política más favorable para nuestro país que la que está llevando a cabo el equipo de Mario Draghi, aun con las reservas de Alemania.
Como muestra, señalan cómo la banca española, junto con la italiana, según los datos dados a conocer este mismo martes por el BCE, son los que han relajado más las condiciones para conceder créditos a sus clientes.
Estas mismas fuentes restan importancia a las declaraciones de los dos responsables de la CSU durante las últimas horas, planteando que el próximo presidente del BCE sea alemán.
Para España, las declaraciones de Hans-Peter Friedrich, vicepresidente del grupo CDU/CSU en el Bundestag y las del portavoz de la CSU, Hans-Peter Uhl, tienen la misma escasa relevancia que su partido tiene dentro de la gran coalición con la CDU, quien ostentaría el verdadero peso en el Gobierno y en su capacidad de hacer propuestas en este ámbito.
Para las fuentes españolas se trata de una batalla interna de cara a las próximas elecciones alemanas, que se producirán dos años antes de que se deba cambiar al presidente del banco emisor europeo. Por ello consideran que una vez que se celebren las mismas, la presencia de un alemán con peso financiero en la presidencia del BCE, como pedía Hans-Peter Uhl, quedará en un materia poco menos que para expertos.
Y como prueba de que las declaraciones no dejarán de ser una batalla interna en Alemania dan por hecho que en la reunión de mañana jueves del consejo de Gobierno del BCE no habrá el menor paso atrás en las decisiones adoptadas en las últimas reuniones a propuesta de Mario Draghi.
Dan por seguro que estos serán los hechos, los bancos podrán seguir financiándose muy barato y podrán seguir dando créditos. Lo demás, aseguran no pasa de ser opiniones que no deben alterar la que consideran acertada senda de Mario Draghi. Ahora quien tiene que entrar en ayuda son los gobierno y relajar sus políticas.
(*) Periodista
Pese a que el mandato de Mario Draghi dura hasta noviembre del 2019, nadie duda que si hasta ese momento no ha lugar a que se produzca el relevo del banquero italiano, lo que parece más claro, según fuentes españolas implicadas en la cuestión, es que al menos los alemanes querrán que se produzca un cambio de política.
Lo ha intentado durante el pasado fin de semana Wolfgang Schauble, quien en la reunión de los principales ministros de finanzas del Mundo en Washington se mostró partidario de que se produzca un aumento de los tipos de interés tanto en Europa como en Estados Unidos.
Fuentes españolas recuerdan que esta batalla, en la que Alemania quiere imponer una política monetaria más estricta, viene de lejos, pero que España no tiene mucho que decir en la misma, por su pérdida de influencia.
La única presencia actual en el Consejo de Gobierno del BCE la ostenta el Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, y su peso corresponde a la limitada influencia de España como país en la escena internacional.
Tras haber perdido el puesto de miembro de Consejo de Gobierno que ocupaba González Páramo, España ha perdido a su vez peso en el proceso de decisiones en el alto organismo. Pero como todavía falta mucho tiempo para el cambio de miembros del consejo de Gobierno, fuentes oficiales aseguran que España ni se ha planteado esa alternativa.
Un responsable del PP considera que esta cuestión está, en este momento, fuera de la agenda del Gobierno. Con un Gobierno en funciones, con las elecciones a punto de convocarse, pensar en los cambios futuros del BCE, y teniendo en cuenta que a su presidente no se le ha de cambiar hasta el 2019, es como hablar de otra galaxia.
Admite este responsable que España se pudo equivocar al apostar por un funcionario del BCE, como era Sáenz de Vicuña, cuando se le presentó como candidato a ocupar el puesto de consejero que dejaba vacante González Páramo.
También interpreta que fue una equivocación alguno de los actuales consejeros del Banco de España, pero consideran que difícilmente un español hubiera podido hacer una política más favorable para nuestro país que la que está llevando a cabo el equipo de Mario Draghi, aun con las reservas de Alemania.
Como muestra, señalan cómo la banca española, junto con la italiana, según los datos dados a conocer este mismo martes por el BCE, son los que han relajado más las condiciones para conceder créditos a sus clientes.
Estas mismas fuentes restan importancia a las declaraciones de los dos responsables de la CSU durante las últimas horas, planteando que el próximo presidente del BCE sea alemán.
Para España, las declaraciones de Hans-Peter Friedrich, vicepresidente del grupo CDU/CSU en el Bundestag y las del portavoz de la CSU, Hans-Peter Uhl, tienen la misma escasa relevancia que su partido tiene dentro de la gran coalición con la CDU, quien ostentaría el verdadero peso en el Gobierno y en su capacidad de hacer propuestas en este ámbito.
Para las fuentes españolas se trata de una batalla interna de cara a las próximas elecciones alemanas, que se producirán dos años antes de que se deba cambiar al presidente del banco emisor europeo. Por ello consideran que una vez que se celebren las mismas, la presencia de un alemán con peso financiero en la presidencia del BCE, como pedía Hans-Peter Uhl, quedará en un materia poco menos que para expertos.
Y como prueba de que las declaraciones no dejarán de ser una batalla interna en Alemania dan por hecho que en la reunión de mañana jueves del consejo de Gobierno del BCE no habrá el menor paso atrás en las decisiones adoptadas en las últimas reuniones a propuesta de Mario Draghi.
Dan por seguro que estos serán los hechos, los bancos podrán seguir financiándose muy barato y podrán seguir dando créditos. Lo demás, aseguran no pasa de ser opiniones que no deben alterar la que consideran acertada senda de Mario Draghi. Ahora quien tiene que entrar en ayuda son los gobierno y relajar sus políticas.
(*) Periodista
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