Este jueves se reúne de nuevo el directorio del Banco Central Europeo
(BCE), una reuniónque en principio despierta escasas expectativas. La
institución ya adoptó en marzo algunas medidas tendentes a mejorar la
liquidez del sistema comprendo una gama de activos más amplia, medidas
cuya efectividad toca ahora explicar, aunque no parecen muy exitosas. Se
trata de acercar un poco la tasa de inflación hacia el 2%, que es el
objetivo de la zona euro, y sobre todo de animar la actividad económica,
que sigue sin presentar síntomas convincentes.
Lo que más podría ayudar en estos momentos a la recuperación de la
economía europea dentro del campo de variables que puede manejar un
banco central sería la búsqueda de una cotización más ajustada del euro a
las necesidades de la economía. El euro está, a juicio de algunos
analistas, sobre todo en su relación con el dólar, más alto de lo que
debería con vistas a facilitar una mayor presencia de los productos
europeos en los mercados internacionales.
Una de las razones por las que el dólar se ha debilitado en las
últimas semanas ha sido el retraso con el que la Reserva Federal
americana está gestionando su retorno a la vida normal en cuanto al
manejo de los tipos de interés oficiales. La Fed debería haber subido
los tipos de interés, como le recomiendan la mayoría de los expertos,
pero sus máximos responsables se resisten por miedo a meter a la
economía estadounidense en una etapa de menor crecimiento. Estados
Unidos está creciendo a buen ritmo, quizás menor del que esperaban
muchos expertos, pero está creciendo a un ritmo suficiente como para
mantenerse cerca del pleno empleo, algo que no es precisamente el caso
de la Unión Europea y, desde luego, el de algunos países miembros de la
zona, como España.
La subida de tipos en Estados Unidos se espera para diciembre, aunque
empiezan a oírse voces en los últimos días que apuntan hacia el mes de
junio, ya que en caso contrario la economía estadounidense podría
acumular una base monetaria excesiva y afrontar más problemas que
ventajas. El frenazo en la subida de tipos, que era hace pocos meses la
tendencia dominante, se adoptó en su momento debido a varias
circunstancias de ámbito internacional, como la caída de la actividad en
los países emergentes (Brasil y Rusia sobre todo), el descenso del
ritmo de crecimiento de China (la segunda economía del mundo) o la
tremenda caída de los precios del petróleo y de las materias primas.
Parte de estos problemas han comenzado a revertir en las últimas
semanas, sobre todo los precios de las materias primas, lo que puede
alejar el fantasma de una crisis económica de ámbito mundial más
extendida, Con esta probabilidad, la subida de los tipos de interés en
la mayor economía del mundo tendría menos efectos nocivos sobre las
economías emergentes, lo que puede modificar en alguna medida el
calendario, haciéndolo más permisivo, de subidas de tipos de interés por
parte de la Fed.
Es probable que no tardemos mucho en ver movimientos
en el mayor banco central del mundo, lo que tendría una cierta
repercusión en la situación del dólar y por lo tanto del euro, que es lo
que nos interesa, para facilitar una mejor evolución de la economía
europea. El BCE tiene por delante un largo horizonte de tipos bajos,
quizás dos años, como anticipan los expertos, pero ese escenario se
vería facilitado si la Reserva Federal americana actúa abriendo paso en
un posicionamiento de los mercados de divisas más favorable para los
intereses europeos.
(*) Periodista y economista
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