El lunes, el tal Pablo Casado afirmaba
que no les temblaría la mano para aplicar el art. 155 a la autonomía
catalana. Ayer, el presidente de los sobresueldos, tras hablar con el
Rey, decía que la aplicación del 155 quedaba descartada. Les tiembla la
mano y hasta el píloro. El mismo Demóstenes añadía que su respuesta al
llamado "reto" catalán será recurrir a los tribunales.
O sea, descargar
sobre los jueces un problema político que él ha generado y mantiene por
su fabulosa incompetencia. Debe de habérselo sugerido Felipe V+I, a ver
si, en el ínterin, se libera de este inepto que, como siga en La
Moncloa, quizá lo deje sin reino, reducido a Felipe, Señor de La
Zarzuela. Porque hasta él, que no parece de muchas luces, debe de
haberse dado cuenta de que la marcha de Cataluña es el fin de su reinado
de forma que quizá sí acabe siendo "el breve" y se cumpla en él el
fallido vaticinio de Carrillo con su padre.
Mientras
tanto, Mas, que sigue dando lecciones gratuitas de política al Señor de
los hilillos, ha renunciado a su acta de diputado y, por tanto, al
aforamiento. Demuestra con ello el temor que le infunde el procesamiento
que la fiscalía está tramando contra él y sus dos colaboradoras, Ortega
y Rigau, a instancias del gobierno de la derecha española. No creo que,
cuando Rajoy comprenda que no puede componer gobierno -seguramente, en
algún momento, antes de la próxima Navidad- se atreva a renunciar a su
escaño y consiguiente aforamiento. La Gürtel y los sobresueldos lo
esperan agazapados entre los legajos de las innumerables causas de
corrupción en que está metido su partido en todos sus niveles.
El
Rey, en efecto, anda muy preocupado con la situación en Cataluña. Ya lo
señaló Palinuro con motivo del discursito del 24 de diciembre que fue
monográfico sobre esta díscola nación que en su marcha hacia la
proclamación de la República catalana. Obviamente, le va la corona en
ello. Y, como sabe leer y seguramente lee algo más que El Marca, a
diferencia del presidente del gobierno, ya habrá visto que el mundo
exterior de Europa a América, prácticamente da por descontada la
independencia de Cataluña para el año que viene. En algunos casos, de
forma activa y beligerante, como ese partido flamenco independentista
que amenaza con hacer caer el gobierno belga (que tanto costó
constituir) si este no apoya la independencia de Cataluña.
Y,
como el miedo guarda la viña (excuso decir los reinos y sus extensos
viñedos), al final será el monarca el que llame a los dos jefes de los
partidos dinásticos, Rajoy y Sánchez, los dos más papistas que el Papa y
más monárquicos que el Rey y les obligue a organizar un referéndum como
de hecho ya se lo están sugiriendo al gobierno en las cancillerías
europeas. Es la última esperanza que les queda de mantener a Cataluña
dentro del Estado español, suponiendo, claro, que lo ganen, cosa cada
vez más inverosímil.
Rompiendo moldes
Impresionante el barullo organizado ayer
a cuenta del bebé de Carolina Bescansa en el Congreso. Este es un país
de cotillas y palurdos en el que algo tan natural provoca escándalo,
comentarios jocosos, salidas de tono y consume tiempo en los medios
audiovisuales y prensa impresa cuando no tenía que haber sido noticia en
absoluto. Tan es así que decidí ajustarme a mi propio juicio y no
hablar de ello.
Pero
luego me vino otra idea: yo llevo haciendo lo mismo que Bescansa con
mis dos hijos desde que eran bebés (hoy tienen 8 y 10 años), esto es,
los he llevado siempre a todas partes. A donde ellos no puedan ir,
tampoco voy yo. Tenía que mostrar mi solidaridad con Bescansa.
No debe haber lugares exentos de niños
Y
algo más. Leí comentarios repulsivos. Fue el inevitable Hernando, creo,
quien se permitió observar que el Parlamento tiene una guardería, como
si Bescansa lo ignorara. Es el insoportable autoritarismo de esta
derecha antediluviana. Bescansa hace uso de su derecho a no usar la
guardería cuando puede y cuidar personalmente de su hijo. ¿O la
guardería es obligatoria?
Y
una segunda cuestión. Me parece de perlas que el Parlamento tenga una
guardería que, claro, pagamos todos los contribuyentes. Espero que sus
señorías se comprometan a que las haya también en todas las demás
instituciones a donde las ciudadanas y ciudadanos que están criando
puedan llevar a sus bebés. Si quieren. Y, si no quieren, que ningún
listo venga a enmendarles la plana.
Aplausos
a Bescansa. En general, aplausos a todos los que ayer rompieron los
ridículos, estirados y falsos moldes de ese lugar que debiera ser templo
de la libertad y lo es del comportamiento más falso, hipócrita y
filisteo. A ver cuánto dura.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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