MADRID.- La caída de ingresos, el parón de la actividad económica o los
numerosos despidos, ya sean temporales o no, derivados de la necesidad
de contener la propagación del Covid-19, ponen aún más en riesgo la
estabilidad del sistema de pensiones español, que no pasa por uno de sus mejores momentos desde la crisis económica de 2008, recuerda hoy Cinco Días.
Los Gobiernos están viendo cómo el confinamiento de los ciudadanos
-con el parón de la economía que ello supone- es la medida más eficaz
para contener el virus. Sin embargo, esta situación, necesaria para
proteger a los ciudadanos, pone en jaque el Estado de bienestar y, en
particular, uno de sus elementos fundamentales, las pensiones.
Los Fondos de Reserva de la Seguridad Social
se verán impactados a corto, medio y largo plazo por la situación
actual, afirman en un informe el Foro de Expertos del Instituto BBVA de
Pensiones.
Los recortes en las aportaciones realizadas y en las
cotizaciones, el elevado desempleo y la disminución del empleo, la menor
actividad económica, el aumento de la jubilación anticipada o una mayor
incidencia de la jubilación por incapacidad permanente -que, explican,
suele ser un recurso en estas crisis- incidirán gravemente en estos
fondos que, no obstante, ya han probado no ser suficientes para
situaciones de extrema gravedad o duraderas en el tiempo.
Por ello,
consideran que la falta de aportaciones a la hucha de las pensiones
debería compensarse con ingresos derivados de impuestos generales o de
otros implantados para tal fin, pagaderos sobre la marcha. Asimismo,
también plantea como medida alternativa la colocación de deuda en los
mercados y su devolución en el futuro, "poniendo entonces los impuestos
que no se pusieran ahora".
Los expertos afirman que pueden ser "muy útiles" en los cambios de
ciclo económico, al ayudar a superar restricciones de liquidez paliando
las consecuencias hasta que la economía recupere su fase expansiva.
Sin
embargo, la incertidumbre sobre cuál será el alcance del Covid-19, que
"podría tener un duradero efecto fuertemente recesivo en el corto plazo o
extenderse por un periodo más largo del previsto la duración de la
crisis actual", evidencian sus limitaciones en este sentido. A ello hay
que añadir la casuística española, donde la crisis de 2008-2013 acabó
con las reservas de la hucha de las pensiones ya en 2019. No obstante,
esta situación no solo sería un problema en España: "Muy pocos países en
el mundo disponen de fondos de reserva de entidad suficiente", afirman.
Los expertos subrayan, no obstante, que se desconoce si la crisis
actual tendrá el mismo impacto que la recesión de la década pasada y
recuerdan la importancia de recurrir a los mecanismos de ajuste
automáticos en situaciones como la actual.
Estos, en cualquier caso,
tampoco estarían preparados para garantizar el pago de las pensiones
durante un periodo prolongado de tiempo y deberían "complementarse con
elementos adicionales que mitiguen sus efectos aportando rentas
vitalicias de jubilación complementarias".
No obstante, el estudio señala que el impacto de la actual crisis no
lo sufrirán tanto los actuales pensionistas como los trabajadores
activos en la actualidad de cara a los derechos a percibir una pensión
en un futuro.
De hecho, sus responsables consideran que la posibilidad
de una renta básica que ayude a aquellos ciudadanos en situación de
pobreza no es necesaria para los pensionistas, cuya situación es mejor
que la de otros muchos hogares.
En cualquier caso, creen que la propuesta de una renta básica,
"ambigua y de la se habla sin compartir una definición común ni conocer
bien las implicaciones", no es el "mejor instrumento" para apoyar a los
asalariados o autónomos que han visto reducidos sus ingresos o incluso
suprimidos.
Los expertos optan por "racionalizar y enfocar mejor los
numerosos programas de apoyo a las rentas que ya existen con soluciones
transitorias" que ayuden a los afectados por esta crisis.
Asimismo, llaman a no recurrir a los planes de pensiones para garantizar unos ingresos, tal y como ha permitido el Gobierno realizar a quienes hayan perdido su empleo o sufrido el cese de actividad.
Estos ahorros tienen el propósito de "mejorar las condiciones de vida
durante los muchos años en los que, tras su jubilación, sus pensiones
públicas o privadas serán la única fuente de ingresos", apuntan.
Por
tanto, aunque puede ser una alternativa en casos de necesidad, debe ser
la última a considerar, apuntan.
Por otra parte, el informe destaca que la situación actual ha vuelto a
sacar a la luz el auge del empleo precario tras la crisis económica.
Falsos autónomos o trabajadores a tiempo parcial están viendo cómo
carecen de una protección que les garantice unos ingresos ante el parón
de su actividad.
Por ello, el Instituto BBVA de Pensiones considera que
deberían surgir "nuevas políticas públicas para abordar la cobertura de
estos periodos de inactividad, evitando la pérdida de rentas presentes y
de derechos a recibir rentas futuras de jubilación".
Entre sus
propuestas está la llamada mochila austriaca combinada con "una especie
de cuenta individual en la que todo tipo de ahorros de ciclo vital del
trabajador se combinasen con otros tipos de aportaciones a esquemas
previsionales", explica.
Entre todas estas alertas, los expertos ven luz en una de las
consecuencias que ha tenido este confinamiento: la adaptación acelerada
al teletrabajo.
Consideran que los esfuerzos realizados por las empresas
para adaptar sus sistemas a este modelo podrán perdurar e "impulsar la
productividad perdida" de muchas compañías y sectores.
Asimismo,
permitirán una mejor conciliación de la vida familiar y laboral así como
una posible prolongación de la vida laboral que beneficiará al sistema
de pensiones.
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