En la mañana del pasado lunes día 3, poco antes del inicio de la
solemne apertura por el rey Felipe VI de la XIV Legislatura, en el
Congreso de los Diputados se respiraba un ambiente de cambio de Régimen
liderado por el presidente Pedro Sánchez e inducido por su
vicepresidente Pablo Iglesias
De entrada el vuelco que pondría punto final a los pilares del
edificio de la Transición no se presentaba como objetivo o meta
declarada del gobierno de coalición PSOE-UP, pero se entendía que el
cambio de Régimen sería la consecuencia natural de la acción incesante y
premeditada de un gobierno de izquierda radical.
Sin embargo cuando vimos a Iglesias y a los ministros de Podemos en
pie y aplaudiendo tibiamente, pero aplaudiendo con todo el Gobierno, la
entrada de los Reyes de España en el hemiciclo del Congreso, la tensión
bajó y hubo desconcierto en las tribunas.
Incluso tras esos aplausos iniciales y los de los cuatro minutos que
siguieron al final del discurso del rey Felipe VI, más de uno pensó que
habría un giro hacia la izquierda en la actuación del Gobierno pero todo
ello dentro de una cierta normalidad constitucional, y con la moderada
colaboración de Iglesias y el resto de sus ministros.
Pero ese oasis imaginario o espejismo se ha empezado a disipar, visto
lo ocurrido en la relación del Ejecutivo con el soberanismo catalán (el
caos y los comunicados rectificados de La Moncloa) y el pomposo viaje
de Pedro Sánchez a Barcelona para entrevistarse con el inhabilitado Quim
Torra. Al que llenó de regalos, como presagio de la rendición del
Estado en Cataluña con posibles indultos a los golpistas y el cambio del
modelo territorial.
Y cuando vimos, en solo unas pocas horas, un vuelco radical en la
Política Exterior de España, que había cuidado con esmero Josep Borrell,
marcando de pronto y en público importantes discrepancias con los
EE.UU., Francia y Alemania, y exhibiendo el acercamiento al régimen de
Nicolás Maduro. Lo que iba mucho más allá del simple giro a la izquierda
y barruntaba el golpe de timón hacia el cambio de Régimen.
Sobre todo una vez que se insistió en la reforma del Código Penal
para así favorecer al golpismo catalán, mientras se lanzaba una ofensiva
contra el PP para la conquista del contra poder judicial. Con la misma
facilidad que este Gobierno ya controla casi todos los grandes medios
audiovisuales de este país y tiene en un puño al poder económico y
financiero que está tocado por escándalos y con el techo de cristal.
Y a la espera estamos de ver que ocurre con la reforma laboral del PP
en este momento de repunte alarmante del paro, porque todo anuncia una
política económica deficitaria y endeudada, que se aleja del modelo de
la convergencia con la UE. Lo que constituiría otro vuelco del modelo
que imperó en este país en las últimas décadas.
Se nos puede decir que todas estas medidas (más las subidas del SMI,
las pensiones, salario de funcionarios y la eutanasia que está al
llegar) son las propias de un gobierno de izquierdas que preside un
Pedro Sánchez al que gusta auto calificarse de ‘el rojo’ en franca
competencia con Iglesias. Y que todo ellos forma parte de una mensaje
‘cifrado’ a ERC para que le aprueben a Sánchez los presupuestos.
Pero todo ello junto y en tan solo tres semanas está incluyendo el
mensaje de que, si Sánchez e Iglesias logran los Presupuestos, van a ir a
por todas en pos del cambio de Régimen y ya veremos hasta donde. Porque
probado está que Sánchez es capaz de todo y que su permanencia y el
disfrute del poder priman sobre cualquier prioridad del interés general.
E Iglesias ya se sabe lo que piensa de la unidad de España, la
Justicia, la libertad de prensa, la UE, la ‘casta’ económica y la
monarquía. Iglesias está decidido al cambio de Régimen aunque le toque
las palmas al Rey, pero irá con sumo cuidado y ‘envenenando’ a Sánchez
poco a poco con una muy discreta y constante poción y tentación.
Iglesias le dirá a Sánchez desde lo más alto del pico Almanzor: ‘todo
esto que ves será tuyo’, mientras ambos deambulan por la senda incierta
de la ambición. Pero quizás también sin entender que España es mucho
más grande y profunda de lo que ellos ven en el horizonte o se imaginan a
su alcance, y pueden equivocar. La pequeña y reciente rebelión del
campo es tan solo una señal.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario