Al nuevo Gobierno le esperan muchas tareas por delante, buena parte
de ellas de índole económica y social. No es de extrañar ya que el país
lleva dos años viviendo sin Presupuestos Generales del Estado elaborados
y debatidos en el Congreso. En materia presupuestaria, el Gobierno
tiene que partir de cero, incluso para el año 2020, en el que está
vigente de forma provisional el Presupuesto del año anterior, que ya era
prorrogado.
Desde la puesta en marcha del nuevo Gobierno, que se supone
cuenta con mayoría suficiente para aprobar un nuevo Presupuesto, las
finanzas públicas pueden echar a andar con mayor suficiencia. Se supone
que este será un importante primer paso para un mejor manejo de la
economía, que era una de las cosas que se estaban echando en falta.
Pero no es este, ni de lejos, el principal problema de tipo económico
al que tiene que ponerle remedio el nuevo equipo gubernamental. De
entrada, hay una economía que está creciendo de forma razonable pero
decreciente. Este año 2019 que acaba de cerrarse posiblemente haya
bajado del 2% en la tasa de crecimiento del PIB. Es la primera vez que
ello sucede desde hace años y todo parece indicar que las cosas van a
seguir a la baja en el recién estrenado 2020.
Las previsiones para este año recién estrenado apuntan hacia un
crecimiento del orden del 1,6%, que todavía es claramente superior a la
media europea pero que no cubre nuestras necesidades como país que
necesita crear en torno a medio millón de empleos anuales para
reconducir la tasa de paro por debajo del 14% de la población e incluso
por debajo del 13%, como paso previo a un acercamiento a la media
europea, que está bastante por debajo de estas tasas de paro.
La tarea primordial del nuevo Gobierno consistirá por lo tanto en
hacer lo posible para que la desaceleración económica no vaya más allá y
poder retornar cuando antes a tasas de aumento del PIB por encima del
2%, en donde la economía española se encuentra más cómoda con vistas a
mejorar el clima social. Las medidas que pueda adoptar el nuevo Gobierno
tendrían que alejarse lo antes posible de cualquier reacción adversa
que desanime la inversión.
España necesita invertir más de lo que está invirtiendo en estos
últimos dos años, sobre todo con vistas a fomentar la actividad
industrial, que ha decaído por debajo de lo razonable, poniendo en una
situación incómoda a las actividades exportadoras, en donde se encuentra
una de las claves principales del crecimiento de la economía.
Parte de
esta mejora de la inversión y de los estímulos al capital tendrá que
estar orientada, como ha sucedido en las etapas más dinámicas de la
economía española, a atraer recursos de capital del exterior. En los dos
últimos años se ha producido una cierta aminoración de la inversión
extranjera real, con la excepción del tirón del año 2018, cuando las
cifras se dispararon debido a algunas operaciones financieras de tipo
puntual.
Junto a la adopción de una estrategia que favorezca la inversión,
pilar básico del crecimiento económico, el nuevo Gobierno afronta otros
muchos retos económicos, entre los que destacan el saneamiento de la
Seguridad Social, la reforma laboral adaptada a las nuevas exigencias
del equilibrio político, la política de la vivienda o el fomento de una
mayor inserción de las jóvenes generaciones en el sistema productivo.
(*) Periodista y economista
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