Compareció este jueves el president de la Generalitat, Quim Torra, ante el pleno del Parlament
para dar respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo, con una alta
expectación política y un exiguo crédito de los miembros de su Govern y
de la mayoría independentista de la Cámara y, después de media hora en
el estrado, su balance no podía ser más desolador.
Ningún grupo
parlamentario, tampoco el suyo, Junts per Catalunya, se alineó con la
única propuesta que dejó encima de la mesa: un nuevo referéndum de independencia
esta legislatura. JxCAT y Esquerra, los dos socios del
Ejecutivo, tomaron pública distancia de una forma casi inmisericorde; la
CUP no se lo tomó en serio; y toda la oposición, desde los comunes al
PP, pasando por el PSC y Cs, le pidieron abiertamente su dimisión.
El discurso, quizás, más trascendente de la legislatura, ya que se
trataba de llevar al Parlament la respuesta del Govern a las injustas
sentencias, acabó en división, malas caras y reproches. Toda una
chapuza.
El silencio absoluto de los nueve presos políticos, en buena lógica
los primeros destinatarios del discurso de Torra, fue clamoroso. Ninguno
de ellos hizo la más mínima referencia durante la jornada a través de
las redes sociales, que es como hacen llegar sus reflexiones más
urgentes, a la intervención de Torra y, en cambio, sí se pronunciaron
durante estas horas sobre las Marxes per la Llibertat, por ejemplo, o sobre las manifestaciones de protesta por la sentencia en las calles catalanas.
Tampoco se pronunciaron públicamente sobre el discurso del president
los miembros del Govern -ninguno de los 13 que componen el Consell
Executiu-, ni los miembros del Govern en el exilio en Bélgica y en
Escocia, ni las dirigentes independentistas en Suiza, ni los máximos
dirigentes de Òmnium y de la ANC. Ninguno utilizó las redes sociales,
aunque muchos de ellos son usuarios habituales, para arroparle tras
el discurso.
El motivo de esta situación es doble: muchos de
ellos estaban disgustados por no conocer un discurso importante que les
interpela y del que están radicalmente en contra con su iniciativa de
que en esta legislatura se vuelva a ejercer el derecho a la autodeterminación.
Otros, desanimados e irritados, porque hubiera puesto encima de la mesa
una iniciativa que le habían desaconsejado bien porque necesitaba un
proceso de consenso político entre los diferentes actores del
independentismo, porque estaban en contra o porque simplemente la
consideran terriblemente inoportuna.
En cualquier caso, abordar en solitario o con un círculo reducido e
inexperto la complejidad politica del momento tiene estos
inconvenientes. La soledad del poder pero también la de los
supuestamente tuyos. En su comparecencia televisiva en un entrevista con el director de TV3,
Vicent Sanchis, la noche de este jueves, el president Torra
desaprovechó una nueva ocasión para explicar cuál es su hoja de ruta
para lo que reste de la actual legislatura.
Quedó, quizás, como titular,
que el rey Felipe VI le ha contestado la carta que le mandó pidiéndole
una reunión diciéndole que remitía la misiva al presidente en funciones,
Pedro Sánchez. Fue el final de una jornada terriblemente dura
políticamente hablando para el president, en un momento en el que
Catalunya celebra este viernes una jornada de huelga general y el horizonte de jornadas de movilizaciones y de protestas que hay por delante se prevé muy largo.
(*) Periodista y director de El Nacional
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